Viernes, 19 de Abril 2024

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Réquiem por Enrique Varela

Por: José M. Murià

Réquiem por Enrique Varela

Réquiem por Enrique Varela

Son muchas las cualidades que me vienen a la mente de quien, lo digo con mucho orgullo, pude considerar mi amigo.

La honradez y la honestidad: dos cosas diferentes. La solidaridad con sus amigos y sus causas. Su firmeza de ideales, su caballerosidad y, por encima de todo, su enorme amor por Jalisco y los jaliscienses.

Cuánto echaré de menos la comida en el lugar de siempre que teníamos emplazada precisamente para cuando regresara de viaje. Una vez más, llegué tarde.

La Cámara de Comercio de Guadalajara le debe mucho… muchísimo, gracias a los tantos años que fue su gerente. A su retiro pasó a responder a la encomienda de dirigir el Instituto “Dávila Garibi” de la misma Cámara, en la que acumuló y bien dispuso para su consulta una cauda de información bibliográfica y documental sobre nuestra región.

No es poco lo que ha valido dicha dependencia para el conocimiento de Jalisco y de Guadalajara y, vale señalarlo, según pláticas confidenciales, de no ser por él, en más de una ocasión, pudo haber desaparecido.

Algunos de los presidentes de la dicha casa, si no han sido buenos para dirigirla, menos lo fueron para preservar y utilizar tan valioso fondo.

Pero podemos ir más atrás. Cuando nuestro querido Don Enrique jugó un papel muy importante para mantener la concordia y mejorar el entendimiento entre el poder civil y el eclesiástico, gracias a lo cual gozó Jalisco una larga época de paz, tranquilidad, orden y progreso que mucho contribuyó a darle la fortaleza y la categoría que llegó a tener.

He de reconocer que entre ambos hubo no pocas ideas antagónicas, pero su respeto por “el derecho ajeno”, su interés por las razones del otro y su carácter sobremanera bien intencionado, dieron lugar a que, en vez de contradecir, de nuestros intercambios obtuve una enorme riqueza. Por encima de todo sabía colocar el valor humano, aunque para aquellos corruptos y lo que él llamaba “malos jaliscienses” también disponía de recursos crudos y justos, sin importar que en apariencia estuvieran en su mismo lado.

No me cabe la menor duda: la ciudad será otra a partir de este 23 de enero. Ojalá no sea mucho peor…

Para muchos, don Enrique seguirá presente un buen tiempo, pero nos iremos haciendo menos hasta desaparecer todos cuantos tuvimos la fortuna de conocerlo, tratarlo, respetarlo y quererlo.

Ojalá que se emprendan acciones conducentes a la preservación de su memoria y de sus muchas y enormes cualidades. Es lo menos que podemos hacer para mostrar que somos agradecidos y sabemos preservar nuestros mejores valores.

Cuánto me gustaría que, a su debido tiempo pudiéramos ir a saludarlo a la Rotonda de nuestros ilustres. Méritos le sobran para estar ahí.

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