Surgen de incontables lados las noticias: en unas cuantas semanas la vida cotidiana cambió para comunidades e individuos. El contexto urbano, con todas sus complejidades, enfrenta retos impensados. A la luz de los predicamentos, se vuelve indispensable una nueva toma de conciencia acerca de la manera como se lleva adelante la vida citadina.Tal vez la primera condición evidenciada sea la de la fragilidad con la que funcionan las ciudades. Una intrincada red de servicios e intercambios que opera sobre un ritmo cotidiano y que tiende a colapsarse sin una razonable continuidad en todos los actores.De este modo se hacen legibles los elementos de la vida en comunidad. La información acerca de las redes de servicios y aprovisionamientos se vuelve vital para el buen desarrollo de la vida durante la emergencia. La información, por sí misma, es más esencial que nunca. Con los fragmentos o con las historias completas que cada ciudadano es capaz de captar se construye una visión de la realidad con la que conducir el día a día.La obligada pausa puede entonces propiciar un acercamiento sin precedentes a la reflexión en todos los campos. Y ciertamente conlleva al análisis acerca de cómo hemos venido haciendo la ciudad a través del tiempo. La reducción de funciones provoca ahora ciertas líneas de pensamiento.En lo general, vemos con claridad todos los aspectos urbanos que nos han llevado a la construcción de ciudades que se “sostienen” sobre un más que excesivo impacto sobre el territorio y sus características. Alteración de cauces y cuerpos de agua, contaminación atmosférica, movilidad costosa e ineficiente, viviendas precarias, etcétera. Estos y otros elementos, contrastados a la luz de los actuales acontecimientos, arrojan un terrible déficit del que es necesario hacernos cargo.Tanto desde la sociedad civil como desde las autoridades, uno de los más claros aspectos a analizar con detenimiento es la tan deseada suficiencia para llevar una vida urbana sobria y responsable, basada únicamente en lo necesario, atenta a su funcionamiento. La búsqueda de esta condición, de esta sustentabilidad, debe ahora ser un producto que de los esfuerzos y las premuras puede emerger.Como respuestas a la pandemia surgen de muy diversas procedencias reflexiones, reportes, llamados de atención. Las ciudades, nuestra ciudad, deben ahora continuar un proceso comenzado por la emergencia pero mantenido después como la base de una ciudad racional, justa, solidaria. Solamente con responsabilidad y lucidez el futuro puede ser mejor.jpalomar@informador.com.mx