Lunes, 20 de Mayo 2024

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Razonar la circulación

Por: Juan Palomar

Razonar la circulación

Razonar la circulación

Hay coyunturas en la vida de la ciudad que hacen más evidentes aun ciertos fenómenos. Es el caso de estas semanas durante las que se efectúan obras de infraestructura en diversos contextos urbanos. Naturalmente, estas acciones inciden directamente cobre la circulación vehicular y, como una onda expansiva, provocan que la de por sí complicada vialidad se vuelva más crítica.

El costo en horas hombre y en contaminación ambiental aumenta sensiblemente y la calidad de vida en general sufre una merma. Sin embargo, es de tomarse en cuenta que toda ciudad es un organismo vivo y en evolución que requiere la introducción o renovación de las infraestructuras que la vuelven funcional. Así que es indispensable saber conciliar los factores para lograr una sana marcha de la ciudad con los obstáculos temporales que las nuevas obras significan.

La inercia de las últimas décadas ha conducido a lo que parece ser un problema irresoluble: ¿Cómo sostener la movilidad en los términos actuales? Tal vez las situaciones de estos días, con sus numerosos congestionamientos, no sean más que un anuncio de lo que puede venir si no se realiza una reflexión detenida sobre la manera como los habitantes de la urbe nos desplazamos.

La utopía que se fue consolidando a partir de la segunda mitad del siglo pasado, acerca de la equivalencia entre un habitante en desplazamiento y un auto, ha probado ser, desde hace décadas un fracaso. Y sin embargo, esa idea ha prevalecido demasiado tiempo en el imaginario urbano colectivo. Por esa noción se siguieron realizando obras viales de altísima cuantía sin que fueran casi siempre solo un paliativo para la siempre creciente demanda de acciones similares. Un callejón sin salida.

Aún en ciudades como Los Ángeles, las enormes cantidades de recursos destinados a construir soluciones viales se han visto rebasadas en pocos años por el imparable crecimiento del parque vehicular.

Afortunadamente en nuestro medio se ha visto impulsada la opción de la bicicleta, la que, además de contribuir a una movilidad más racional, constituye por sí misma una crítica y da paso a una reflexión que debería ser general. Porque es éste el fondo del tema: volver a la movilidad general y personal un motivo de análisis detallado sobre tiempos, recorridos y destinos. De allí al impulso del transporte colectivo, del uso de la bicicleta, de la marcha a pie para traslados razonables. Cada ciudadano, cada usuario, podría entonces colaborar activamente, para beneficio propio y de la comunidad, en volver mejor, más razonable, la vida cotidiana de la ciudad.
 

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