Jueves, 25 de Abril 2024

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Qué suerte la de AMLO

Por: Pablo Latapí

Qué suerte la de AMLO

Qué suerte la de AMLO

Un veterano empresario que estuvo muy cerca de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a lo largo de su larguísimo proceso para llegar a la presidencia (uno de sus incondicionales, pues), en una reunión entre amigos, lo definía como un hombre extraordinariamente inteligente y profundamente ignorante.

Lo de la ignorancia ha quedado manifiesto en múltiples momentos de su gestión y va más allá de citar eventos históricos con una distorsión brutal o cifras y datos completamente fuera de la realidad. Por ejemplo, una manifestación de ignorancia es su grosero menosprecio a instituciones independientes y autónomas, como la Comisión Nacional de Derechos Humanos o los distintos organismos reguladores, y también su desconocimiento del complejo operar de la economía de un país o del mundo petrolero en la actualidad.

Quizás esa ignorancia es la causa de su pavor a viajar al extranjero y participar en cumbres y reuniones con otros jefes de Estado.

Pero esa ignorancia la ha suplido con su inteligencia y su astucia, y con base en la lógica, ha atacado temas como la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles salvando así a nuestro país, y brincando, en el día a día, distintos escollos.
Pero, a esa inteligencia extraordinaria y la profunda ignorancia, nosotros sumaríamos la suerte. Vaya que López Obrador ha sido un Presidente con suerte. Basta recordar que cuando minimizó las afectaciones por el sargazo a las costas del Caribe mexicano, y anunció (sólo ha quedado en anuncio) una ofensiva para combatirlo, de manera natural empezó a disminuir el fenómeno en buena parte de la región.

Y recientemente tuvo mucha suerte en la forma que se comportó la economía en el segundo trimestre del año. Mientras los analistas coincidían en que habría una reducción en el tamaño de nuestra economía, sumando dos trimestres consecutivos y entrando así en una recesión técnica, el comportamiento mixto de los distintos sectores se tradujo en un crecimiento mínimo, apenas un punto uno por ciento, pero suficiente para que el Presidente saliera a presumir que “va muy bien”, y obviamente dejando públicamente en ridículo a todos los analistas y sus estimaciones.

Eso es tener suerte.

Ahora todo parece indicar que esa suerte le sigue sonriendo. De demostrarse que la matanza en un supermercado de El Paso, en Texas, fue un acto de supremacía blanca contra las comunidades hispanas (un loco que manejó durante nueve horas para ir a matar hispanos a la frontera), provocado por el discurso racista de Trump contra los inmigrantes mexicanos y centroamericanos, es muy probable que sea un punto de quiebre en las aspiraciones del republicano para reelegirse en la Casa Blanca.

Ganaría entonces la elección un (o una) candidato demócrata, ávido de reivindicarse con la comunidad de origen mexicano, y el hombre “a apapachar” sería el Presidente mexicano.

Quedaría en una posición de privilegio.

Qué suerte, ¿o no?

Y entonces seguiríamos oyendo hasta el cansancio aquello de: “Vamos requete bien”.    

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