Jueves, 28 de Marzo 2024

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Por algo estamos así

Por: José M. Murià

Por algo estamos así

Por algo estamos así

Nos hacía tanta ilusión acabar con la trágica docena panista en el gobierno de todo México, que nos abrazamos con poco análisis y menos reflexión a lo que parecía ser la mejor esperanza: el PRI de Enrique Peña Nieto.

Quienes trabajamos con ahínco a su favor, con el deseo ingenuo de que pronto campearían de nueva cuenta los principios del nacionalismo revolucionario finalmente hubimos de aceptar la triste realidad: el nuevo, joven e inculto presidente, desconocedor de la realidad nacional y, lo que es peor, poco interesado en ella, resultó ser simple y llanamente un traidor, lo mismo que el círculo cerrado que lo respaldaba, con el tal Videgaray a la cabeza.

El resultado ahora se ve claro: el hombre y su gabinete estuvieron mucho más cerca del panismo neofascista, conforme a lo que le dio vida al PAN en 1939, que a los compromisos con el pueblo y los más necesitados que se hacían presentes -con éxito o no- en los tiempos antiguos.

Debe señalarse que en el blanquiazul surgieron otras caras verdaderamente interesadas en la mejora del conjunto nacional, pero a la postre quienes se apoderaron de su dirigencia fueron los peores de los peores, ejemplificados ni más ni menos por quien resultó su candidato a la presidencia de la República en 2018: el tal “Canaya”.

¿Qué le quedó a los mexicanos? Abrazarse a una esperanza o al continuismo del peñismo antimexicano.

Hago caso omiso del payaso regio que proponía poblar al país de “quinceuñas”.

Quienes ahora se quejan de López Obrador, en muchos casos con justa razón, deberían tener presente también todo lo que fue capaz de deshacer el neoliberalismo prianista y la enorme cantidad de porquería que nos legó.

La pauperización de las mayorías y el expolio a la buena y a la mala de las riquezas de este país han resultado de gravedad extrema y no resulta nada sencillo revertir el patético resultado.

Creo que no es tiempo aún de juzgar con tanta dureza al actual gobierno federal, aunque ello no significa dejar de señalar errores, ni oponerse políticamente a ellos y plantearles mejores caminos, pero tal vez resulta pronto para exigir que se solventen ya los desfiguros acumulados durante tanto tiempo.

Es importante seguir limpiando la casa y a ello, mal o bien, se está procediendo, aunque la mugre es tal que parece difícil lograr un alcance notable en el lapso de un sexenio, máxime que el nuevo gobierno no está del todo libre de porquería y de culpa.

Vale la reprobación y la crítica, claro está, pero lo que no corresponde es la desesperanza y el abandono que, por cierto, tal parece que donde más impera es en los ámbitos que resultan ser más culpables del enorme desgarriate anterior.

(jm@pgc-sa.com)

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