Jueves, 25 de Abril 2024

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Polvos de La Mancha IX

Por: Carlos Enrigue

Polvos de La Mancha IX

Polvos de La Mancha IX

Debo decir que la historia me encantó y durante mucho tiempo, cada que había oportunidad y ante quien me oyera, yo repetía que el hecho de no querer acordarse del lugar de La Mancha, no era por no poder acordarse, sino no querer, era el acto volitivo español por esencia.

Qué historia tan padre, pero me demostró cómo Cervantes nos lleva más allá y resulta que esa frase tan hermosa dictada por Vallejo, me demostró que ni Vallejo ni yo habíamos leído Don Quijote con la suficiente atención y por ello había que volver a iniciar. Porque éste no es un libro que tú eliges, sino un libro que te elige a ti y te lleva a sitios que nunca hubieras pensado ir, o sea, la historia del “no quiero acordarme” suena padrísima, sin embargo es falsa, porque si nosotros leemos Don Quijote vamos a enterarnos de por qué no quería acordarse.

Esto me recuerda que Borges en una conferencia aseguraba que no hay géneros literarios o, dicho de otro modo, éstos dependen menos de los textos que de la manera en que son leídos; hay lectores que logran un entrenamiento tal que se convierten cada uno en expertos en aquellos que leen.

Escribe Borges: “Hay un tipo de lector actual, el lector de ficciones policiales. Ese lector ha sido -ese lector se encuentra en todos los países del mundo y se cuenta por millones- engendrado por Edgar Allan Poe. Vamos a suponer que no existe ese lector, o supongamos algo quizá más interesante: que se trata de una persona muy lejana de nosotros. Puede ser un persa, un malayo, un rústico, un niño, una persona a quien le dicen que el Quijote es una novela policial; vamos a suponer que ese hipotético personaje haya leído novelas policiales y empiece a leer el Quijote. Entonces, ¿qué lee?
“En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho tiempo vivía un hidalgo… y ya ese lector está lleno de sospechas, porque el lector de novelas policiales es un lector que lee con incredulidad, con suspicacias, una suspicacia especial.

“Por ejemplo, si lee: En un lugar de la Mancha…, desde luego supone que aquello no sucedió en la Mancha. Luego: …de cuyo nombre no quiero acordarme… ¿por qué no quiso acordarse Cervantes? Porque sin duda Cervantes era el asesino, el culpable. Luego… no hace mucho tiempo… posiblemente lo que suceda no será tan aterrador como el futuro. La novela policial ha creado un tipo especial de lector”.

La forma de entrar al estudio puede variar según el ritmo que imponga al texto y quién sea el que desea leerlo. Por citar a alguien, Unamuno -también Miguel y de gran cultura- propone, pleno de historia medieval “hacer una Santa Cruzada de ir a rescatar el sepulcro del Caballero de la locura del poder de los hidalgos de la razón”. Porque es posible que estos últimos pretendan tener secuestrada la razón.

@enrigue_zuloaga
 

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