Viernes, 26 de Abril 2024

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Notitas musicales, parte 1

Por: Iván González Vega

Notitas musicales, parte 1

Notitas musicales, parte 1

La semana pasada este espacio se hacía eco de aquella pregunta de Peter Brook: ¿para qué queremos teatro? La cuestión es muy seria, muy compleja y muy problemática. Vamos dándole chance de relajarse un poco y preguntemos: ¿para qué queremos teatro musical?

Ahora mismo, durante varias fechas de noviembre en Guadalajara, hay por lo menos tres espectáculos musicales en la ciudad, todas producciones locales: el popero “Amor Pop”, el sesentero “Bule Bule” y el sexy “Cabareto”; tan solo al segundo hay que reconocerle paternidad capitalina, pues allá se gestó la producción original, aunque el equipo tapatío ha trabajado bien en su contexto local. Apenas el mes anterior vimos “Paparazzi”, otra producción bastante grande; y si uno revisa la cartelera -o las redes sociales del perseverante director local Mauricio Cedeño, reconocido como un pionero en la ciudad-, se encontrará con que llevamos algunos años enfrentados al interés de muchos artistas locales por este género-formato tan exigente y espectacular.

La historia del teatro manda entender al musical como un género muy antiguo y bien dispuesto a las transformaciones que cada contexto le propone (el caso de Bertolt Brecht en la Alemania de entreguerras es tan solo uno de muchos dignos de estudio). Pero la realidad también exige que admitamos que los estilos de comedia de Broadway y Hollywood son el hito definitivo más reciente. La mayoría de los espectadores contemporáneos conocemos el teatro musical por mundos como los de “Frozen” y “El fantasma de la ópera”; lo asociamos a Disney y sus princesas, estrellas de la tele, el “Vaselina” de John Travolta-Danny Zuko y las canciones de la película de moda.

Son simples referencias. Pero que contribuyen a que entendamos al musical como un teatro dedicado al entretenimiento, alegre, propio de públicos masivos, algo superficial y hasta banal.

De los anteriores, los rasgos más importantes son el que habla de su masividad y el que habla de su carácter de oferta para el entretenimiento.

Por lo general no concebimos que un musical sea propio de las bellas artes. Eso no implica que seamos indiferentes al enorme reto de su factura: actuar, cantar y bailar, para los intérpretes; orquestar y ensamblar, para los directores y productores.

(Los especialistas en producción de musicales saben, sin embargo, que además del reto técnico hay desafíos creativos que rebasan el puro montaje: traducir un libreto, equilibrar los recursos de un contexto con las pretensiones originales de la obra de teatro, cumplir con exigencias legales…)

A ver si queda claro: producir musicales es un feliz dolor de cabeza para los artistas entregados, disciplinados y ambiciosos. Exige muchísimo esfuerzo, gran inteligencia organizativa y un compromiso tenaz con el público y el producto final.

Eso suena muy bien y ya podría servir para invitar a que los espectadores tapatíos se asomen a los tres musicales que dan funciones este mes. Ojalá usted se anime; aquí en EL INFORMADOR se han publicado los horarios y puede usted también hallarlos en el sitio web Ágora TeatroGDL.

Pero que un grupo de artistas bienintencionados trabaje mucho, con mucho orden y con mucho compromiso, en ningún caso garantiza ni un buen espectáculo, ni un buen trabajo de teatro, ni una garantía por el dinero que yo, espectador, gastaré en taquilla.
Seguimos hablando más adelante.

agoragdl.com.mx ivangonzalezvega@gmail.com

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