Sábado, 20 de Abril 2024

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No es un día de fiesta

Por: Laura Castro Golarte

No es un día de fiesta

No es un día de fiesta

No es la primera vez que abordo el tema pero me parece pertinente insistir porque lejos de mejorar parece que vamos de mal en peor en todos los sentidos. El Día Internacional de la Mujer se está desdibujando como la oportunidad de alzar la voz y reiterar que las condiciones de las mujeres en el mundo siguen siendo deplorables, lamentables y dolorosas.

Rara vez cualquier día, menos el 8 de marzo, se dan a conocer avances o se tiene noticia, cualquier día, de logros o evolución favorable en las exigencias añejas de las luchas feministas, porque no hay tal. Para los años de trabajo, para los diferentes aspectos que tienen que ver con los derechos de las mujeres, es muy poco lo que se ha obtenido de frente a la clase gobernante: igualdad en derechos político-electorales… y ya. Una rápida revisión de la información que se ha publicado en torno al Día Internacional de las Mujeres en México y otros países, me permite concluir que sí, que en esferas de gobierno, las mujeres han ganado espacios, hay más mujeres en congresos, ayuntamientos y ejecutivos que hace años; en nuestro país, las candidaturas de los partidos políticos a diversos puestos de elección popular deben ser 50/50 y aunque les ha costado cumplirlo, lo están logrando.

Aparte de esto, no se puede hablar de avances contundentes y de fondo que permitan decir que efectivamente las condiciones sociales, económicas, familiares y laborales de las mujeres hayan mejorado sustancialmente. Sí con respecto a la conciencia que se ha ido creando en la sociedad y esto es a fuerza de insistir y como resultado de las dinámicas sociales mucho más activas y efectivas que las que provienen de los gobiernos.

¿Y por qué digo que se desdibuje el Día como una oportunidad para avanzar? Porque se está convirtiendo en un día para la felicitación inconsciente de una realidad lacerante. No es un día para celebrar, no es un día de fiesta, no se pensó para eso. La Comisión Nacional de Derechos Humanos publicó un cartel que difundió a través de redes sociales y otras plataformas y medios, porque esta manera de banalizar el día, de convertirlo en otro día del amor y la amistad, está echando al traste la labor de décadas por generar conciencia en un ejercicio que no debe cesar porque los pendientes lejos de resolverse se multiplican.

Esto dice el cartel de la CNDH: “Desde un enfoque de derechos humanos, es un día para reconocer (identificar) las desigualdades que enfrentan las mujeres en las esferas económica, política, social y cultural; también es una fecha para reconocer a las mujeres sus aportes a la vida económica, social, cultural y política. No es una celebración puesto que surge de un crimen: el asesinato de las obreras de una fábrica textil, quienes exigían derechos laborales mediante una huelga pacífica (Nueva York, 1908). Se sugiere no hacer regalos ni dar flores porque ello banaliza el sentido de la conmemoración: el acceso y ejercicio pleno de las mujeres a todos los derechos, a la igualdad, no discriminación y a una vida libre de violencia. No se felicita a la mujer por ser mujer como no se felicita a los hombres por ser hombres”.

A través de WhatsApp y redes sociales circularon memes e ilustraciones como las antiguas tarjetas que están fuera de lugar: se deja de lado un verdadero propósito, se pierde de vista el origen del día y todos sus significados profundos.

Esa banalización impide reconocer la realidad: las 23 mil 800 mujeres asesinadas en México en los últimos diez años, con la calidad de feminicidios; y, de ese total, el escaso 10 % de casos con sentencia condenatoria a los asesinos. Son más de siete mujeres asesinadas al día. El INEGI revela que los asesinatos de mujeres de los últimos años se ejecutan “con mayor violencia y saña, utilizan medios que producen mayor dolor, prolongan su sufrimiento antes de morir”. ¿Es esto para festejar? ¿Para recibir felicitaciones? Es duro de decir y de saber, pero “36 % de las mujeres asesinadas en México en 2016 fueron estranguladas, ahorcadas, ahogadas, quemadas o apuñaladas. Tres veces más que en el caso de los hombres, en su mayoría asesinados de un balazo (70 %)”. Les recomiendo un reportaje en El País titulado “Las voces silenciadas” (https://elpais.com/tag/c/63d2707764492e98c02d7e1abd8f9bc9).

La realidad es espeluznante. Son datos difundidos esta semana, la cifra se incrementa y por lo visto de nada ha servido la reforma del artículo 167 del Código Nacional de Procedimientos Penales del año pasado contra los feminicidios. 
 

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