Jueves, 09 de Octubre 2025

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Militarización, pésimo augurio para México

Por: Salvador Cosío Gaona

Militarización, pésimo augurio para México

Militarización, pésimo augurio para México

En la política nada es coincidencia y una vez más se tienen no pocas razones para pensar en que las conciencias, los intereses, los amagos, las presiones, y la extorsiones estuvieron a la orden del día para sacar adelante la reforma que establece la supeditación operativa y administrativa de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), y que significa en palabras llanas, la tan temida militarización del país; ese modelo que ahora votaron a favor los que en sexenios anteriores lo censuraron y vituperaron con singular vehemencia sencillamente porque antes así lo instruía el Mesías, el mismo que ahora reconoce sin rubor que se equivocó y con igual ligereza cambia de parecer y todos obedecen sin chistar. 

El dictamen aprobado antes en la Cámara de Diputados, y la madrugada del viernes en el Senado de la República, constituye una rotunda y grave violación a la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 21, al reformar, adicionar y derogar diversas disposiciones de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, de la Ley de la Guardia Nacional, de la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, y de la Ley de Ascensos y Recompensas del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos.

Pero ello no importó ni al Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ya con anterioridad ha mostrado su desprecio por la Carta Magna con expresiones como: “y no me salgan con que la ley es la ley”; y a personajes como Olga Sánchez Cordero, la hoy  senadora morenista, quien solía ser una prestigiada ministra en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), y a quien en los últimos años hemos visto -con gran decepción- haciéndole honor a su apellido materno al grado de votar a favor de una ley que viola flagrantemente la Constitución para militarizar aún más al país.

Y si a la ex ministra no le inquietó pisotear las leyes, mucho menos a quienes muy seguramente ni siquiera las conocen, y me refiero a diputados y senadores de Morena que evidentemente carecen de voluntad propia para emitir un voto pensado o analizado a conciencia.

Imposible no advertir a quienes definen estrategias pretendiendo un fin ligado a sus propios anhelos, lo que puede leerse en relación al voto en abstención del senador Ricardo Monreal Ávila, quien se sabe que no está de acuerdo con la ruta militarista, pero tampoco se atreve a romper y cerrar la puerta en su afán de seguir en la pelea por obtener la candidatura por Morena a la Presidencia de la República -aunque se sabe que no está en el horizonte del mandatario tabasqueño para concederle tal designación-, y habiendo dejado pasar una gran oportunidad de accionar el poder al contar con el respaldo de muchos senadores que como se vio todavía le responden. La realidad es que el viejo lobo de mar se quedó muy corto en su postura y al final, como también se dice, “no quedó bien ni con Dios ni con el diablo”, ya que su abstención fue inútil.

Luego entonces, qué decir de Alejandro Moreno “Alito”, a quien finalmente el Presidente y sus huestes lograron doblegar a base de audios, de presiones, de amenazas y extorsiones hasta conseguir que el presidente nacional del PRI, diera su brazo a torcer en el asunto de la militarización y que incluso ahora apoye la ampliación del periodo de la Guardia Nacional hasta 2028 -que ya no tiene razón de ser- al grado de romper “momentáneamente” la Alianza Va por México. Y si bien no tengo pruebas, tampoco tengo dudas de que en alguna oscura negociación logró se suspendieran las burlas y exposiciones que de él hacía la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, quien había convertido los ataques en contra de “Alito” en su deporte favorito.  

En fin que, para medir el golpe que se ha dado a la vida cotidiana de los mexicanos con la aprobación de la reforma, en un contexto en el que ya de por sí padecemos a diario la violencia, la inseguridad, la delincuencia y criminalidad, hay que decir que al transferirse la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, esta dependencia será la que maneje por completo a la corporación, eliminando el carácter civil de esa fuerza. La Sedena controlará operativa y administrativamente a los guardias nacionales, quienes también podrán auxiliar a los militares, si así lo dispone el Presidente.

Una de las voces importantes que se hicieron escuchar durante el debate en la Cámara Alta fue la de la senadora priista Beatriz Paredes Rangel, quien comentó que este 8 de septiembre dejará huella profunda en cada uno de los legisladores.

“Ciertamente nunca imaginé que este Gobierno presentara esta iniciativa porque en las propuestas de campaña el candidato de Morena (López Obrador) planteó lo contrario”, dijo.

“No pretendo defender ninguna estrategia de seguridad anterior, también fallidas, por eso deseo que los legisladores y legisladoras tengan una genuina preocupación por el destino nacional, cuando menos reflexionen, no podemos darle fuero militar a una corporación policiaca”, señaló.

Pero las voces sensatas no encontraron eco entre quienes ocupan los escaños del Senado. De ahí que ahora la última esperanza que le quede a la oposición sea promover una Acción de Inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, debido a que la militarización de la Guardia Nacional es contraria a los artículos 21 y 129 de la Constitución. Aunque también hay que señalar que al tratarse de una norma ordinaria se puede revertir en alguna próxima legislatura. 

Finalmente, hay que reconocer que el involucramiento del Ejército en las tareas de seguridad se debe a una omisión histórica del Estado mexicano, que no se ha preocupado por construir policías suficientes y eficaces que asuman esa responsabilidad, esencial de cualquier Estado. No obstante, la principal preocupación se centra en los riesgos que tiene para la democracia el exceso de poder político que han adquirido las fuerzas armadas en este sexenio, al cual se sumarán los enormes recursos de la Guardia Nacional, que además se convertirá en la responsable de la seguridad pública en el orden federal. Con ello estaría rompiendo el equilibrio entre poder civil y militar, alcanzado después que los generales cedieran la Presidencia de la República en 1946 y el Ejército quedara vetado de la política.

Lo cierto es que en México la militarización está en marcha. El verde olivo ocupará nuestras calles, y es una coincidencia más con países que se rigen bajo una dictadura. Ojalá no sea un mal augurio.

opinión.salcosga@hotmail.com
 

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