Luis Rubiales, máximo dirigente de la Real Federación Española de Fútbol, besó en la boca a la futbolista española Jenni Hermoso tras coronarse campeona del mundo. Minutos después, la jugadora transmitió un video en vivo en donde, en medio del festejo en los vestidores, aclaró: “No me ha gustado, ¿pero qué hago yo?”. Luego Jenni guardó silencio. Tras severas críticas, Rubiales se disculpó al otro día. Sin embargo, la disculpa sólo avivó las críticas por los rodeos para asumir su conducta como un acto reprobable y no como quiso mostrarlo, un gesto justificable por la euforia del momento. “Seguramente me he equivocado, lo tengo que reconocer”, dijo titubeante. Luego remarcó que fue “sin mala fe por ninguna de las dos partes” (como si Jenni fuera corresponsable de su acción). Las críticas llegaron al grado de que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, declaró que esas disculpas eran insuficientes. Finalmente el jueves se filtró la versión -comunicada por Rubiales a sus cercanos- de que iba a dimitir del puesto. Esta historia dio un giro completo cuando el viernes, ante los 75 asambleístas de la Real Federación Española de Fútbol, el dirigente sorprendió con un discurso confrontativo en donde repitió cinco veces: “No voy a dimitir, no voy a dimitir, no voy a dimitir, no voy a dimitir, no voy a dimitir”. Hubo aplausos de los presentes (con excepción de algunas mujeres). Rubiales justificó que el beso a Jenni había sido “espontáneo, mutuo, eufórico y consentido”. Asegura que le preguntó a la jugadora: -¿Un piquito? -y ella le respondió: -Vale También alegó que se estaba “ejecutando un asesinato social”, calificó al “falso feminismo” como una lacra para el país y reprobó a “las falsas feministas que destrozan a las personas”. Allí Jenni Hermoso rompió el silencio. En un comunicado aseguró que el beso fue sin consentimiento y que ese diálogo jamás tuvo lugar; acusó presiones de los directivos para declarar a favor de Rubiales, denunció prácticas machistas recurrentes, y renunció a jugar más en la selección española si los actuales dirigentes continúan. Firmó a nombre de todas las futbolistas de España y del mundo que enfrentan situaciones similares. El sábado la FIFA suspendió 90 días a Rubiales. El Gobierno español informó oficialmente que hará todo para removerlo. Este lunes hay una asamblea de la Federación Española de Fútbol para decidir su futuro que seguramente acabará con la destitución definitiva. Este largo preámbulo era necesario para hacer una reflexión sobre el tema. Rubiales encarna vivamente el machismo y el sistema de protección y privilegios que lo alienta. Como hombres ni siquiera imaginamos la desigualdad estructural y la violencia que soportan las mujeres en un ámbito dominado por el género masculino como el fútbol (pero podría ser la política o los negocios). Ese beso es apenas el rasgo visible y mediatizado de otros comportamientos ocultos y estructurales que discriminan y excluyen a las futbolistas en todo el mundo. Por ejemplo, la desigualdad salarial, el acceso marginal a patrocinios, la menor cobertura mediática, la estatura amateur si son mujeres, la sexualización de las cualidades de las jugadoras, etc. Nada más que todo eso no es un espectáculo atractivo para los medios y el patíbulo digital de las redes sociales. Incluso si el supuesto diálogo fue real, ¿qué respuesta podía dar Jenni ante su superior jerárquico y millones de espectadores? Ese consentimiento sería ilegítimo porque está atravesado por una relación vertical de poder. Eso no lo comprenden los millones de Rubiales. Que no se trató sólo de un “piquito”.