Hace menos de un mes el sobresalto y el enésimo desafío de las mafias a las autoridades se dio en la región de Los Altos, cuando un comando de hombres armados irrumpió en la presidencia municipal de San Miguel El Alto, para llevarse a la fuerza a la mujer que se aprestaba a asumir la jefatura de la policía municipal, a su subdirector y a tres de sus escoltas, que luego liberaron golpeados y seguramente amenazados para no ser molestados.Vino luego la zozobra en la costa norte del estado, específicamente en Puerto Vallarta, donde se desencadenaron diversos episodios de violencia tras la detención del “Manu Vaquita” el 10 de abril acusado de colaborar en el homicidio del ex gobernador Jorge Aristóteles Sandoval, entre los que destacó un enfrentamiento el 22 de abril entre soldados y delincuentes, en el que quedó lesionado de muerte uno de los presuntos autores intelectuales de ese magnicidio, Saúl “N”, alias “El Chopa”, luego de lo cual el gobierno de Estados Unidos emitió la semana pasada una alerta de seguridad a sus ciudadanos “por los potenciales enfrentamientos entre grupos criminales y fuerzas de seguridad” en Puerto Vallarta y Zona Metropolitana.Habrá que ver por ello si esta alerta no se extiende a Mazamitla, este destino turístico de montaña de Jalisco, luego de las balaceras ocurridas el domingo entre los grupos delincuenciales que también se disputan esa zona y que causaron pavor entre los turistas a plena luz del día, al asesinar a tres sujetos y quemar vehículos para bloquear la carretera.La violencia de estos grupos había asomado en esta región limítrofe entre Jalisco y Michoacán, cuando en febrero pasado ocurrió una de las peores masacres en San José de Gracia, poblado del estado vecino que está a 20 minutos de Mazamitla. Como se recordará, ahí prácticamente sacaron a 17 personas de un funeral, las formaron contra la pared y las fusilaron, sin que hasta ahora hayan encontrado sus cuerpos.Este nuevo incidente violento ahora en la zona sur del estado habla del creciente número de sitios en Jalisco con una fuerte presencia del crimen organizado cuyo poder de fuego, de vehículos y de elementos rebasa con mucho las debilitadas policías municipales, cuya coordinación con corporaciones estatales y federales está lejos de ser la óptima.Lo dicho, mientras esta situación no se modifique y estas manifestaciones de desgobierno y de inseguridad se sigan repitiendo por todos los rumbos del estado, la percepción de inseguridad y el sentimiento de vulnerabilidad entre la población seguirá creciendo, pese a la baja en algunos índices delincuenciales y las declaraciones triunfalistas de las autoridades que buscan minimizar esta grave problemática en el estado y en el país.jbarrera4r@gmail.com
