Jueves, 25 de Abril 2024

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Los días de Codogno

Por: Gonzalo Sánchez/EFE

Los días de Codogno

Los días de Codogno

Codogno se convertía hace un año en la "zona cero" de Europa y empezaba un confinamiento insólito tratando de enjaular al virus, una intención que no tardaría en desvanecerse. "Pensábamos que podíamos contenerlo; por una semana lo creímos, pero luego nos percatamos de que era imposible porque ya estaba en otras partes", confiesa Stefano Paglia, jefe de Urgencias de Codogno y de la capital provincial, Lodi, reposando tras su turno en una de las salas en la que tantas horas ha pasado.

Codogno amanecía el 21 de febrero de hace un año con uno de sus vecinos contagiado con el nuevo coronavirus, el primer caso autóctono, no importado, hallado hasta la fecha en Italia y Europa, aunque luego se supo que los no diagnosticados venían de antes.

La noche de aquel jueves de carnaval una llamada del delegado del Gobierno confirmó al alcalde, Francesco Passerini, la mala noticia. Su orden: cerrar todos los espacios públicos a la mañana siguiente. Solo un día después, el Gobierno italiano confinaba a unas 50 mil personas en diez pueblos lombardos, entre ellos Codogno, y otro véneto, una medida insólita solo replicada antes en China.

Entretanto, al hospital de Lodi no dejaban de llegar infectados, unos 60 cada tarde, y los muertos empezaban a asustar: "En pocas horas vimos claro que era epidémico", sostiene el doctor.

Paglia recuerda que la idea dominante en aquel entonces, cuando poco o nada se sabía del enemigo, era que solo lo padecían ellos: "Creímos que estaba solo aquí e hicimos un esfuerzo extremo para contenerlo". Un "objetivo superior" y "algo infantil" que se fue empañando por el avance imparable del patógeno a otras ciudades como Bérgamo, símbolo de la tragedia, hasta alcanzar todo el país.

Sin saberlo, estaban avisando a un mundo aún estupefacto exactamente veinte días antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la pandemia, el 11 de marzo.

Un extenuante año después las cosas han mejorado, la gente sigue enfermando aunque en menor número y el nivel de alerta es leve, pero en sus calles sigue percibiéndose una rara quietud.

Un año después Codogno mantiene el virus a raya gracias a la vacuna, las medidas de seguridad y las pruebas diarias en un enorme pabellón custodiado por militares, ante cuyas puertas los coches hacen fila desde por la mañana. El mayor temor ahora son los nubarrones de crisis económica.

La gente de Codogno, sostiene el psicólogo Giovanni Barbaglio, ya carga con la ansiedad y el luto, pero asimismo teme quedar manchada por una maldición que, sin esperarlo, conocieron de antemano.

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