Jueves, 28 de Marzo 2024

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Las tribulaciones de la juventud

Por: Eugenio Ruiz Orozco

Las tribulaciones de la juventud

Las tribulaciones de la juventud

Resulta que, a Ximena, la menor de mis hijas, como a muchos jóvenes, le atrae la participación social, le interesa la política y le preocupa el futuro de nuestro país; en verdad no sé por qué, el gen de algún pariente lejano debe haberse colado en su ADN. Aprovechando estos días, he platicado con algunos de ellos -con la prudente distancia- para intercambiar puntos de vista y tratar de entender lo que sucede en el mundo y sus efectos en nuestro pequeño universo. El ejercicio lo realizamos a partir de comparar tiempos pasados y la realidad actual, así, intentamos imaginar el porvenir. Como es natural, en ciertos casos, mis comentarios aparecen como revelaciones. Cuando les platico que en mis años mozos (¿?) solo existían teléfonos fijos y televisores en blanco y negro, los smartphones y las famosas redes sociales eran impensables y, fenómenos como la drogadicción y la violencia extendida eran menores, me miran con ojos de incredulidad. Fue otra época.

Ahora bien, debo compartirles que las reflexiones de los jóvenes son sensatas. Severamente críticos de las conductas que afectan la convivencia social, en especial de la corrupción, son empeñosos, asertivos, solidarios, tienen una autoestima bien desarrollada, están académicamente bien preparados, su entrenamiento tecnológico es inmejorable y carecen de muchos de los prejuicios que a nosotros nos lastraron y, debo decirlo porque lo creo: me fascina el papel de la mujer en la sociedad contemporánea.

Al margen del género, las inquietudes que invariablemente formulan son: ¿Hacer política? ¿Dónde, cómo y con quién? En México, hemos pasado de un régimen de partido-gobierno a uno de partidos y nos aproximamos, vertiginosamente, a uno autoritario, de hombre-partido. La praxis política en este orden de ideas se vuelve confusa. No hay referentes claros, las ideologías se parecen tanto que ya no hacen diferencia, el encono social amenaza con profundizarse y, para agravar el escenario, hoy, cuando nuestra frágil democracia requiere abrir los espacios de participación, las dirigencias partidistas, formales e informales, los chapulines y los oportunistas, cierran el paso a nuevos actores. ¿Cómo, entonces, se puede hacer de la política una actividad gratificante donde los propósitos de justicia, desarrollo y bienestar coincidan con los resultados? La respuesta es una: la política cambia si nosotros cambiamos y solo cambiamos cuando hacemos de la crítica un ejercicio cotidiano, se empatan las palabras con los hechos y creamos confianza.

Los ciudadanos dejaron de creer en los partidos porque los partidos le dieron la espalda a la sociedad. Dejaron de hacer política. Sé de muchas jóvenes con distintas formas de pensamiento, creencias y militancias, trabajando con inspiración en valores: Erika Loyo, Laura Haro, Verónica Delgadillo, Susana Ochoa, Anna Bárbara Casillas, Sagrario Guzmán, Susana de la Rosa, Mariana Fernández, Mirza Flores, Nancy Castañeda, Daniela Chávez, Elanie Torres, Mónica Magaña, y la propia Ximena, han ido avanzando. Ellas y muchos más, son la esperanza de México.

La formación de un político requiere tiempo y oportunidades. No nos neguemos como sociedad el derecho de construir, con la juventud, un mundo mejor.

eugeruo@hotmail.com

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