Domingo, 05 de Mayo 2024

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Las campañas que no tendremos

Por: Isaack de Loza

Las campañas que no tendremos

Las campañas que no tendremos

Vamos a echar a volar la imaginación…

Durante un proceso electoral de ensueño, privarían las propuestas con soporte técnico, con ejercicios de prueba y error basados en la experiencia y resultados de otros estados (o países) con realidades similares a la nuestra, y habría propuestas que sugieran que la labor de Gobierno, ésa que con justa razón se encuentra en el sótano de la popularidad, realmente podría cumplir la razón por la que existe: servir a la gente.

En unas campañas políticas de alto calado, veríamos más análisis de la realidad y planteamientos para dar solución a los problemas habituales; encontraríamos estrategias bien pensadas y documentadas para cambiar todo por lo que hoy se padece: seguridad, medio ambiente, abasto de agua, calles deterioradas e iluminación intermitente y, pensando en grande, hasta cómo atraer empleos atractivos. Sí: desde el ámbito municipal, y sí: sin arrojar responsabilidades a autoridades de otros niveles.

Un soñador incluso podría creer que, para encarar los comicios “más importantes de la historia”, los partidos políticos habrían hecho una fina selección de perfiles, altamente preparados y con un gran nivel de análisis de la realidad como para atreverse a liderar una alcaldía o sentarse en una curul y trabajar por lo que en Jalisco de verdad se necesita. Por lo que la coyuntura demanda. Por lo que su nivel de responsabilidad —y sueldo— representa.

Pero el sueño termina allí. Como cada tres años, las campañas políticas, que por fortuna durarán sólo dos meses en esta ocasión, iniciaron a media noche con aglomeración de personas, con promesas vacías, pinta de bardas, canciones horribles y, cómo no, con lo que más motiva a los políticos: pegar calcas con su apellido en la parte trasera cada automóvil cuyo conductor lo permita… o se descuide.

Porque, pandemia o no pandemia, quienes aspiran a obtener una rebanada del pastel electoral deben mostrar que tienen mucha gente detrás. Tanta como sea posible. Que ningún virus venga a decirles que tienen el músculo desinflado.

Una vez más, los candidatos que ahora sí van a cambiar la historia —o refundar o transformar, lo que les acomode— fallaron. Otra vez, dejaron de proponer para confrontar, para asumirse como mártires que eventualmente serán difamados y perseguidos debido a su altísimo nivel de carisma. De nuevo, los políticos iniciaron con la estrategia de golpear al de enfrente o anticiparse a ser tundidos y dividir a los ciudadanos en consecuencia.

Y con miles de herramientas de comunicación remota a la mano, su mejor apuesta fue arrancar como siempre: Reunir a multitudes, saludar y abrazar hasta que el brazo duela o la boca se seque de tanto hablar. La tradición de las campañas se impuso y eso ninguna cepa de Covid lo va a cambiar.

Lo último que se hizo en los arranques de campaña fue animar al voto; por el contrario, nos dio a los ciudadanos un nuevo pretexto para regresar al confinamiento.

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