Jueves, 28 de Marzo 2024

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La política de Trump hacia México

Por: Luis Ernesto Salomón

La política de Trump hacia México

La política de Trump hacia México

Desde que Donald Trump inició oficialmente su campaña para presidente el 16 de junio de 2015, Steve Bannon, entonces jefe ejecutivo y su equipo, plantearon la conveniencia de establecer en la narrativa una descripción negativa de México y de los mexicanos como una amenaza a los empleos y la seguridad de los Estados Unidos.

Parte del Make America Great Again pasó por una política antiinmigrante y específicamente una descripción terrible de los grupos de la delincuencia mexicana que llevó a aquella mención de los bad hombres de México.

Desde entonces, los temas se han mantenido en la agenda política, informativa y de Gobierno de Washington dados los dividendos electorales obtenidos, y ahora mismo estos asuntos son considerados estratégicos por el equipo de Trump. El cultivo del odio desafortunadamente produce votos.

Este hecho está detrás de las amenazas de imponer aranceles, de las presiones para contener la migración, de los jaloneos en las negociaciones del tratado comercial que se negocia y de los anuncios para calificar como terroristas a los grupos de la delincuencia organizada de México. Estas actitudes se perfilan para continuar e incluso exacerbarse durante los meses de la campaña electoral que inicia en enero del año próximo.

México es una pequeña parte de la agenda interior de la comunicación política de los Estados Unidos y a partir de estos hechos habrá que actuar. Vale la pena recordar todo esto luego de que el presidente Trump pospuso la designación como terroristas a los cárteles mexicanos dada una petición del Mandatario López Obrador, para dar paso a una renovada colaboración en materia de seguridad.

Esto seguramente implicará que las autoridades de nuestro país se “coordinen” de mejor manera con sus pares del país vecino para obtener resultados plausibles en la lucha contra el crimen. Es muy probable que tengamos algo así como una Iniciativa Mérida renovada o un Plan Colombia, versión México; o incluso una solución aún más efectiva que supondrá, en los hechos, modificar algunos lineamientos de la lucha contra el narcotráfico.

Es una realidad incómoda, pero es así, porque el crecimiento del poder real de los grupos de la delincuencia han penetrado las instituciones de una forma tal que amenaza la gobernabilidad de municipios y estados del país, muchos de ellos estratégicos por su ubicación o por su importancia, lo que amenaza la seguridad nacional de los vecinos y, por supuesto, compromete al Estado mexicano.

La actitud política prudente desplegada por la Cancillería en estos momentos es tan incómoda como necesaria. Muchas cosas están en juego ahora mismo: la negociación del Tratado Comercial, el desarrollo de la política migratoria coordinada, ahora el establecimiento de mecanismos de seguridad compartidos y sobre todo la perspectiva de la contienda electoral en la que Trump buscará reelegirse con un discurso polarizarte de la clase media blanca y poco educada que vive en los estados del Centro de los Estados Unidos.

La política exterior ahora mismo es crucial para México y requiere usar todos los recursos disponibles para mejorar nuestras posiciones y alianzas, hacer más México en Estados Unidos, implica combatir el odio racial, propiciar mayor solidaridad y capacidad de reacción de las comunidades e intereses mexicanos.

La visión eminentemente pragmática de los halcones supremacistas blancos que determinan e influyen las decisiones de la Casa Blanca no cambiará, y habrá que realizar toda clase de acciones para presionar y reaccionar ante la opinión pública con voces aliadas que expresen los mensajes que necesitamos.

Nunca como ahora la diplomacia mexicana ha sido tan exigida para actuar y quizá nunca antes se le había limitado tanto su capacidad operativa debido a los cambios en la visión presupuestal. La relación con nuestros vecinos está destinada a ser más amplia y profunda, queramos o no, tanto económica como políticamente, no se trata de una cuestión de voluntad política, sino de realidad social.

México es una nación con más de 20 millones de emigrantes. Millones de familias mexicanas tienen miembros que son ciudadanos de Estados Unidos. Ese hecho dice mucho de la realidad que está más allá de las circunstancias del populismo y de la potencialidad que existe para desplegar una comunicación que evite la polarización y el odio.

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