Casos como el del escándalo del juez Jorge Luis Solís Arana que exoneró a Luis Alonso “N”, director de recursos humanos de la Policía de Puerto Vallarta, acusado de agredir sexualmente a una niña de 10 años de edad, bajo el argumento de que “la niña no sintió placer”, es una muestra clara de la pudrición que vive el Poder Judicial de Jalisco y los ya insostenibles niveles de corrupción e impunidad que eso genera.El jueves pasado se anunció con bombo y platillo la rotación de 64 jueces mercantiles, civiles, familiares, penales y foráneos, al estilo del Poder Judicial de la Federación, para romper con intereses y pactos entre litigantes y juzgadores y buscar erradicar así las malas prácticas y los actos de corrupción. Una sacudida que era el inicio de la renovación del Poder Judicial en Jalisco, dijeron los más optimistas. Un cambio de manos de las riendas que desde el Poder Ejecutivo controlan a ese poder para que todo siga igual, pensaron los más escépticos. Lo cierto es que es una especie de oxigenación a medias por al menos dos claros factores:1) La rotación se decide en un Consejo de la Judicatura tocado e infiltrado por intereses político partidistas. Hay que recordar que hace menos de dos meses la mayoría naranja y sus aliados del PAN, PRD y Verde en el Congreso lo atracaron al imponer a dos consejeras y un consejero en un desaseado proceso que violó los términos de la convocatoria diseñada por las y los mismos diputados. Así favorecieron a las y los aspirantes que el partido Movimiento Ciudadano y el PAN habían decidido previo a la simulación y engaño del concurso abierto para elegir a los mejores perfiles. Por cierto, de este asalto el gobernador Enrique Alfaro nunca dijo nada, pero el jueves salió presuroso a decir que el cambio de jueces era una “decisión histórica” y una “reconstrucción integral” para romper “con todo el cúmulo de intereses generados en el Poder Judicial”. Hay, además, el nombramiento de cuatro nuevos jueces que salen de la lista de reservas que se había prometido no utilizar para no caer en influyentismos y someter los espacios a concurso.2) Además de todos los retrasos que implicará esta rotación de jueces, que deberán llegar a conocer los casos ya en proceso, los vicios que hoy se quieren combatir podrían volver a crecer porque sigue siendo la oficialía de partes del Poder Judicial a la que toca repartir los turnos para que los expedientes pasen a un juzgado o a otro, convirtiéndose en el inicio de la cadena de la corrupción. Es un secreto a voces en los pasillos del poder judicial y en los despachos de abogados, que el que paga en la oficialía de partes puede enviar su asunto a un juzgado a modo. Ese proceso de corrupción es el que se debe romper con un sistema digitalizado que haga de verdad aleatoria esta asignación de casos. Falta, pues, mucho por ver y revisar, y no por la simple rotación de jueces echar las campanas al vuelo.jbarrera4r@gmail.com
