Jueves, 25 de Abril 2024

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La oportunidad de los empedrados

Por: Juan Palomar

La oportunidad de los empedrados

La oportunidad de los empedrados

Según se publicó hace unos días (8-VII-2019) en este medio, “San Pedro Tlaquepaque es el municipio con las calles en peor estado y con mayor rezago en la metrópoli (…)”. Se agrega que “41% de las arterias sigue siendo de empedrado; de esa cantidad, 35% se encuentra dañado.”

Valdría la pena plantear algunas consideraciones sobre este tema. Históricamente, desde hace siglos se emplean en Guadalajara los pavimentos de empedrado. La piedra de castilla de extracción local tiene una alta calidad. La mano de obra para colocarla solía ser muy buena, y las técnicas para realizar los pavimentos altamente apropiadas. De allí la durabilidad, la adecuada escurrentía, lo firme de sus bases, y lo parejo de las superficies de rodamiento o traslado. Los empedrados son un recurso intemporal.

Un ingeniero que por muchos años trabajó para la ciudad y había tenido experiencias urbanísticas en distintos países propuso a las autoridades, a mediados de los años treinta, que frente al avance del asfalto se conservaran las mayores superficies posibles de magníficos empedrados. Sin embargo, el embate de la “modernidad”, o lo que se suponía que ésta era, hizo que se considerara “mejor” en todos los casos asfaltar con chapopote, indiscriminadamente, las vialidades.

La propuesta del ingeniero era muy sencilla: con base en la evaluación del tráfico rodado, preservar los empedrados, con la mayor calidad y manutención, en la mayoría de las calles secundarias o apropiadas para ello. Las ventajas era evidentes: necesaria infiltración de agua de lluvia y por lo tanto menores inundaciones, mejoría en el ambiente y mayor frescura, natural limitación en la velocidad de los vehículos, fuente de mano de obra, y mucha  mayor belleza urbana.

Todo lo anterior es tan actual que se puede constatar al día de hoy en múltiples calles de la ciudad que, estando empedradas, resultan vialidades altamente satisfactorias en todos los sentidos. Colonias completas como Las Fuentes o Seattle, calles tan características como Sao Paulo y tantas otras.

San Pedro Tlaquepaque puede revertir un aparente “atraso” en una ventaja, acorde a la personalidad histórica de su cabecera y a una modernidad bien entendida. Es posible concebir como meta, en ese 41% de las vialidades, conservar, acondicionar y reparar el pavimento para mantenerlas, en los casos adecuados por supuesto, con empedrado. Y allí donde se requieran soluciones intermedias recurrir a huellas del material apropiado.

Esta sugerencia ahorraría cantidades muy considerables y acarrearía todas las ventajas enunciadas más arriba. Sería una estrategia urbana sustentable, responsable, verdaderamente moderna. Los buenos empedrados no tienen edad.

jpalomar@informador.com.mx

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