Viernes, 19 de Abril 2024

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"La isla" (Parte III)

Por: Carlos Enrigue

"La isla" (Parte III)

Muchos bancos quisieron infructuosamente instalarse en Flegra, no pudieron lograrlo, lo que provocó que la familia comprara un par de islas cercanas para que pudieran ubicarse bancos y negocios. Y es que ahí el terreno es muy costoso y se prefiere para sembrar Bagranas.

Con lo que recibía el país, hacía más obras de las que generalmente hacen los políticos. En la isla había dos hospitales, varias escuelas, que ellos conceptuaban de nivel superior. A los estudiantes que lo deseaban, los becaban en Estados Unidos. Había caminos y autobuses, además del tren y servicio marítimo a las otras islas desde el Puente de los Semilleros, que así lo llamaron. Quienes habían venido a piscar la semilla y a hacer el aseo ganaban salarios justos, además de que todo lo que debían hacer era recoger las semillas que se caían antes de madurar, así, tan sólo aspirar, limpiar y empacar. Ningún negocio del mundo era más productivo que este, ni siquiera los países petroleros donde aparentemente hay mucho bienestar.

Todo el día se veían parejitas que salían de las poblaciones a buscar la sombra de uno de los muchos árboles que había en la isla

El problema en la isla era qué hacer en un sitio en el que no había que trabajar. Y es que cualquiera pudiera pensar que es fácil no hacer nada, pero es muy difícil. Algunos no lo creen. Otros en cambio estiman que esto es una situación paradisíaca, por lo que muchos lo considerarían como una utopía, una aspiración inalcanzable.

Por eso se estimulaba a todos los habitantes a no estar inactivos. De entre los actos a promover estaba el que los flegrenses realizaran compras en las islas cercanas —en los centros comerciales que habían construido— y que tenían para ellos precios increíblemente bajos.

Cualquier persona que quisiera hacer deporte era impulsado para ello, con excepción de los que requirieran de una cancha grande como podía ser el golf o el futbol. El objetivo consistía en lograr entretenimiento en espacios reducidos, desde luego que ninguno de los deportistas llegaría a grandes alturas, el chiste era tener algo que hacer. 

Había en la isla varios cines en los dos centros habitacionales, en ellos se daban los estrenos antes que en ningún lado. Parques hermosos aunque pequeños y muchas actividades, para lo que contrataban a expertos en recreación que ahí tenían su paraíso terrenal: buenos honorarios por entretener. Lo único que no había era espacios ajardinados, ni siquiera en las casas más grandes, los terrenos que había eran para que se dieran Bagranas, estas eran las auténticas dueñas de la isla.

Pero el juego que más se jugaba en la isla era el sexual y uno de los jugadores más notables era don Francisco Berriozábal, señor y amo de Flegra. No he conocido ni sabido de un sitio en el mundo donde se cogiera más ni con más entusiasmo. No se cogían solos porque no se alcanzaban. Todo el día se veían parejitas que salían de las poblaciones a buscar la sombra de uno de los muchos árboles que había en la isla, pero todo el territorio era cancha reglamentaria y para los que buscaban otra opción estaba la pequeña isla de Foca, a veinte minutos de navegación y una línea de embarcaciones que tenía salidas cada quince minutos. 

@enrigue_zuloaga

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