En el actual debate político resalta la necesidad de contar, con claridad, con una idea específica y transmisible de lo que esta ciudad debe aspirar a ser. Resulta evidente que este planteamiento debiera realizarse de manera integral. Definir el futuro deseable para la capital del Estado y su relación equilibrada con las demás poblaciones de la Entidad. Cada una de ellas debe reafirmar, o reorientar su desarrollo, en función de sus grandes posibilidades y su riqueza poblacional.Es insostenible la tendencia de que la Zona Metropolitana de Guadalajara continúe atrayendo mano de obra cada vez más lejana con los consiguientes perjuicios en tiempo perdido, en desgaste económico y ambiental por el transporte, en abandono de posibles actividades productivas. Y sobre todo es prioritario buscar que en cada una de las poblaciones estatales se generen las oportunidades de trabajo que permitan el sano arraigo de su población. De lo contrario una serie de localidades acentuarán su condición de meras ciudades dormitorio, con la consiguiente anemia en la vida de ellas.En cuanto a Guadalajara, es más que tiempo de que, respetando en lo que es indispensable las funciones administrativas de los municipios, exista una definitiva conciencia de la unidad de la ciudad como un todo orgánico e indivisible. En cuestiones de seguridad, movilidad, medio ambiente, agua potable, grandes infraestructuras, resulta desde hace mucho evidente que una población de cerca de cinco millones de habitantes comparte indefectiblemente los efectos de cada uno de estos rubros.Más allá de propuestas puntuales, lo que se requiere es una lúcida visión de conjunto sobre el destino de todas las poblaciones jaliscienses, sus funciones deseablemente orientadas a sus potenciales en todos los órdenes, el arraigo, la proximidad de sus habitantes con respecto a su propio medio vital. Otro tanto habría que buscar en los medios rurales en donde se necesita apoyar a sus pobladores en eficaces labores productivas que permitan una sustentabilidad digna.La gran ciudad de Guadalajara enfrenta enormes retos. Uno de ellos consiste en frenar la tan perjudicial dispersión urbana que desangra la viabilidad citadina y aumenta cada día la dificultad -si no es que la imposibilidad- de dotar a esos territorios y a sus habitantes de los indispensables servicios e infraestructuras. Al mismo tiempo, ese modelo de “desarrollo” va exactamente en sentido contrario de cualquier sustentabilidad general de la mancha urbana.Resulta indispensable trabajar sobre el consenso de re habitar ordenada y racionalmente las zonas consolidadas de Guadalajara, sobre todo las áreas más céntricas en donde es posible, con las debidas medidas, recuperar la población perdida y reconstituir núcleos urbanos barriales y vecinales que constituyen la estructura esencial de las ciudades.jpalomar@informador.com.mx
