Viernes, 26 de Abril 2024

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La diáspora mexicana llamada a votar

Por: Luis Ernesto Salomón

La diáspora mexicana llamada a votar

La diáspora mexicana llamada a votar

La emigración mexicana al Norte, iniciada después de la revolución de 1910, se ha transformado en una diáspora constituida por más de 36 millones de residentes en prácticamente todos los estados de la Unión Americana. La mayor parte está en California, con casi 5 millones, y en Texas con 2.7 millones, pero hay grandes concentraciones también en las áreas metropolitanas de Chicago, Houston, Dallas y Riverside-San Bernardino, cada una con más de 500 mil residentes inmigrantes mexicanos; y más de 300 mil inmigrantes mexicanos se establecieron en Phoenix, San Diego y Nueva York y sus alrededores. En 1980, había alrededor de 2.2 millones de inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos, lo que constituía el 16 por ciento de la población inmigrante total en ese momento; en 2012, su participación había aumentado al 28 por ciento y ahora se considera que casi uno de cada tres inmigrantes son nuestros paisanos, convirtiendo a México en la principal fuente de migración en Estados Unidos.

Esa diáspora mexicana está ahora llamada a votar en la elección de noviembre, y aunque solo una minoría de ellos es elegible para sufragar, constituyen por si mismos la fuerza racial creciente más relevante por su número e influencia. Conforme a estudios del Pew Research Institute, tan solo en California más un millón y medio de inmigrantes de nuestro país podrían votar, y más de setecientos treinta mil en Texas, los estados en donde son la primera minoría racial. Además de que las comunidades mexicanas son muy relevantes en Chicago, Nueva York, Atlanta y aun en lugares tan lejanos como Seattle. Mención especial merece los llamados dreamers, formados por más de 200 mil adultos jóvenes nacidos en México que fueron traídos a los Estados Unidos cuando eran niños sujetos al programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que reciben una autorización de trabajo aunque no se les coloca en el camino hacia la residencia legal permanente ni se les hace directamente elegibles para otras formas de estatus legal. También son muy significativos los mexicanos de tercera generación que han logrado ser exitosos en los negocios cuyos hijos tienen acceso a las universidades. Esa enorme fuerza ha tenido históricamente una escasa participación en los procesos electorales pero ahora las cosas apuntan a una creciente participación dadas las amenazas y ofertas políticas de los candidatos. 

El establecimiento político estadounidense está ahora mismo viendo a la diáspora mexicana como un gigante que poco a poco se incorpora y se apresta a darle atención en la campaña. Tanto el Presidente Trump como el puntero en las encuestas, Joe Biden, lo saben y despliegan acciones para conquistarlos. Especialmente el candidato demócrata sabe que una movilización de los mexicanos puede ser muy importante en estados bisagra como Arizona o Nevada y aun en aquellos de tradición republicana como Texas. 

Mucho se juega para ellos en esta elección pero también es mucho lo que impactará en la relación México. No hay que olvidar que la diáspora mexicana es la mayor fuente de divisas actualmente para nuestro país, y que el respeto que se debe a los procesos internos de cada nación no quita el hecho de que el voto de los mexicanos en el exterior es y será un factor cada vez más importante en la vida política de ambas naciones. Por eso no sería extraño que en los próximos meses veamos mensajes dirigidos a los mexicanos desde las plataformas electorales de los demócratas y que los ataques polarizantes de Trump continúen en ascenso. Más México en Estados Unidos implica también más Estados Unidos en México, donde por cierto residen más de un millón y medio de estadounidenses, la mayoría de ellos elegibles para votar. Otra vez, como sucedió hace cuatro años, México y los mexicanos serán parte de la narrativa de las campañas lo que agregará tensión en las relaciones entre las naciones. Las voces en ambos lados de la frontera se habrán de escuchar lo que demandará de la gran capacidad de la diplomacia mexicana que ha demostrado saber navegar en las aguas agitadas de una relación cada vez más profunda e intensa.
 

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