Viernes, 19 de Abril 2024

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La mesa puesta

Por: José Ignacio Rasso Ibarra

La mesa puesta

La mesa puesta

Morena debe madurar como partido gobernante, dejar de culpar al pasado y asumirse responsable del México que heredará al siguiente Gobierno. Entiendo sus intenciones de perpetuarse en el poder siguiendo el ADN priísta que corre por sus venas. Pero más allá de sus anhelos y más allá de los avances territoriales que lograron en las pasadas elecciones. Los resultados en la Ciudad de México, el buen desempeño y aprobación del INE, encendieron las alarmas en Palacio Nacional. Son vulnerables.

Sumado al mal desenlace electoral en la capital y en las principales zonas urbanas del país, está el debilitamiento de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. Las dos cartas más fuertes para suceder al presidente en el 2024. Dicha vulnerabilidad y disputa al interior de Morena nos dejan un mensaje claro: Hay competencia y la carrera está abierta. Un escenario que no tenían contemplado.

Hace tres años, después de las elecciones del 2018 López Obrador contaba con todo el poder y no sentía riesgo alguno. Concentrar las decisiones en su envestidura le daban el control y tranquilidad que necesitaba. Debilitar a los órganos autónomos, desaparecer a los fideicomisos, desacreditar el trabajo de periodistas, activistas y ONGs aumentaban la cuota de control y el manejo de los hilos en cada decisión. Fortaleció y militarizó al país dejando minas explosivas enterradas en el equilibrio social. Arropó el posible descontento de su base mediante programas sociales asistencialistas y clientelares. El plan estaba definido. Necesitaba lealtad ciega.

La Pandemia, la violencia, los malos resultados económicos, el discurso de odio y su forma de gobierno bajo los efectos del resentimiento ponen en riesgo la continuación de su autollamada cuarta transformación. Le han dado la espalda a las clases medias, a los colectivos progresistas y a la inversión extranjera.

Los que defendemos la democracia sabemos que el debilitamiento de las instituciones, la concentración del poder, la destrucción del tejido social, la polarización y el desmantelamiento de la sociedad civil organizada, son hechos que se endosan al gobierno que llegue en el 2024. Todo se hereda.

Lo que aquí se trata de exponer, es el riesgo de dejar la mesa puesta a gobiernos populistas de extrema derecha o de extrema izquierda, sin controles, sin contrapesos. Dejar el control absoluto en manos de una sola persona, una sociedad dividida y una economía tambaleante.

Morena y el presidente deben madurar en su visión política. Buscar la colaboración y el consenso. Dejar atrás el constante delirio de adversarios y molinos de viento. Rectificar el camino, gobernar para todos, detener la destrucción institucional y bajarse de la constante contienda electoral.

Si no lo hacen por gusto y convicción, por lo menos que lo hagan por el pragmatismo estratégico del que tanto beneficio han cosechado.

@JoseiRasso

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