A poco más de un mes de la toma de posesión del nuevo Presidente de la república y a uno exacto de la del nuevo gobernador, nadie tiene claro cuál es no digamos el futuro, ni siquiera el presente de la Línea 3 del Tren Ligero de Guadalajara, la obra magna del Gobierno anterior. Siempre fue una obra opaca, quizá la más opaca en la historia de la obra pública de Jalisco, pero con el cambio de gobiernos la cosa no mejoró demasiado.Los gobiernos salientes dijeron que la habían dejado en 98 por ciento. Cuando se hizo el presupuesto federal le asignaron mil millones para su culminación. Luego se dijo que eso no alcanzaba ni para pagar los adeudos del Gobierno anterior, que se requerían otros 600 millones más y finalmente se habló de que en realidad faltaban tres mil millones de pesos para terminar un obra que se presupuestó en 17 mil y a la que ya se le han invertido 30 mil millones.Pero no solo hay discrepancia sobre la cantidad, tampoco hay claridad de lo que se requiere hacer ni sobre el tiempo necesario para que funcione. La información surge a cuenta gotas, sin fuentes fiables y por lo mismo sin precisión. Hay quien habla de que falta al menos un año para verla operando y quien dice que nos olvidemos de subirnos al tren en 2019. El Gobierno anterior recorrió el túnel de punta a punta e inauguró, patéticamente en una ceremonia a la que solo acudieron funcionarios, “las pruebas operativas”. Hoy sabemos, por comentarios informales, que el túnel no está terminado, que hay filtraciones de agua a la altura de la Calzada Independencia (con el Río San Juan de Dios hemos topado por enésima vez, Sancho) que la empresa contratada para hacer la programación de los trenes no puede avanzar porque no hay quien pague la luz en la oficina, que no hay ningún tren circulando haciendo pruebas ni persona trabajando.En el sexenio anterior la corrupción y la opacidad en la Línea 3 no tuvo madre; hoy lo que no tiene esta obra fundamental para Guadalajara es dueño. El Gobierno del Estado dice que es una obra federal; el Gobierno federal tiene en Jalisco un representante, el súper delegado Carlos Lomelí, que quiere ser el monito de todas las roscas, pero no quiere hacerse responsable; el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, no se ha dignado siquiera a mencionar la obra en ninguna de sus múltiples intervenciones no digamos venir a visitarla.Urge que cada quién asuma su responsabilidad en esta obra que es fundamental para Guadalajara. Los gobiernos locales, alcaldes y gobernador deben ser los principales interesados y promotores de su culminación: nadie gana con una obra tirada. El súper delegado Lomelí debe ser el principal promotor de la búsqueda de recursos, pero sobre todo quien dé la cara y la información del estado real de la obra. Y el Gobierno federal, le caiga bien o mal el gobernador, eso es problema de ellos, nos debe a los jaliscienses la terminación del tren.(diego.petersen@informador.com.mx)