Jueves, 28 de Marzo 2024

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José José y mi mamá

Por: Dolores Tapia

José José y mi mamá

José José y mi mamá

Y lloramos y cantamos y brindamos a José José. El intérprete de “El Triste” era ya una figura neurálgica en nuestra idiosincracia, pues hoy con su muerte… pasa a la categoría de leyenda inmortal. Ahí lo vamos a colocar… a un ladito de Pedro Infante porque ambos de alguna manera (distintas entre sí, claro) nos identifican como almas mexicanas que somos.

Imagine usted si de José José aún vivo cantábamos sus canciones en las reuniones, en la cantina, en la casa de la madre (y con la madre), en los encuentros con los amigos, en las navidades, en las parrandas, en los desamores, en el tugurio o en el automóvil… imagine nomás qué va a pasar hoy con nuestro príncipe fallecido y, con un mexicano que le habla a la muerte de frente y al amor y al desamor… cantando.

Con José José se muere toda una época, renace la nostalgia y resurgen las buenas letras (grande Cantoral, grande Camilo y ni se diga Juan Gabriel, todos muertos por cierto). Este fin de semana lo escuché en la calle, en el súper, en el automóvil vecino del semáforo, lo escuché en mi memoria. Lo recordé en el aire de mi casa de infancia, cuando mi madre lo ponía mientras hacia la comida, lo recordé en la televisión junto a la bella Verónica Castro, cantando con Lucía Méndez, presentado por Raúl Velasco, lo recordé a un lado de Cristian Bach (q.e.p.d.), mirando cantar a Napoleón “Lo que un día fue, no será” porque él ya no tenía voz. Lo recordé guapo en esos videos ochenteros donde cantaba: “Lo Dudo”, “Y ¿qué?” y “A esa”.

Lo recordé en otro tiempo porque ese tiempo ya se fue. Y ese tiempo nos marcó ochenterísimamente como generación. José José dejó de grabar hace -quizá- más de 10 años, y ya para entonces no había huracán que borrara su logro, su voz y su leyenda. Amado por toda la comunidad artística, bueno, por aquella comunidad artística nacional que tenía mucha voz y mucho carisma: Yuri, la Vero, Angélica María, Alberto Vázquez, Marco Antonio Solís, Alejandro Fernández.

El príncipe de la canción es parte de mi infancia (melodramática, sí, entre Siempre en Domingo y Juguemos a cantar), es el recuerdo de mi madre que no se cansaba de tararearlo y también es el recuerdo de mis amigos de la preparatoria -habían pasado sus mejores tiempos-; pero su disquera sacó al mercado un disco tributo por sus 25 años de trayectoria, no paramos de cantar, hasta la fecha.

Así de grande es José José, metido hasta la cocina de las casas, en la infancia de millones, en los matrimonios de otros miles, en las rupturas de casi todos. Gracias príncipe, hoy, infinito.
 

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