Por estos días, entusiastas amigos del respetado actor tapatío Jesús Hernández reúnen firmas para apoyar su candidatura al Premio Jalisco. En el teatro de Guadalajara es público el conjunto de rasgos que lo han hecho admirado y estimado: un talento que lo hace pararse con autoridad en cualquier teatro lo mismo que en el circo o el cine, equiparable tan solo a su ejemplar entrenamiento físico.Entregado al teatro con la disciplina que es la única explicación de la trascendencia real, Hernández presume para quien no lo conoce algunas de sus fortalezas con su sencilla participación en “Zorbas, el poder de las promesas”, obra de títeres para niños del grupo El Tlakuache.En el espectáculo, un gordo gato negro de puerto debe criar a una gaviota hasta que aprenda a volar. La historia está inspirada en una novela del chileno Luis Sepúlveda y propicia un espectáculo de apenas más de una hora en el que tres actores y animadores de títeres se divierten corriendo y bailando. Es una buena idea para niños mayores de cinco años y sus familias: domingos, 13:00 horas, en el Teatro Jaime Torres Bodet de Chapultepec y España a dos cuadras de la Glorieta Niños Héroes; sólo dos funciones más.El trío de intérpretes incluye a Jesús Hernández, que es ideal para interpretar al enciclopédico gato Barlovento. Desde que aparece, el actor hace que su títere se distinga de entre los demás personajes con una voz tan educada que uno se enamora de los libros en cuanto el gato se los presenta, y le compra de inmediato la idea de que la poesía demanda una actitud especial porque se pone a declamar dos o tres versitos sueltos.Un actor riguroso y correcto consigue que las risas de un cuento infantil sean las de un personaje inconfundible, que una rata de alcantarilla sea un villano repelente y que un gato ladino trepado a un tejado mientras reflexiona sobre la vida sea la cosa más lógica que uno podría ver un domingo al mediodía. Como “Zorbas” está planeada para niños, además, Jesús Hernández hace evidente una virtud indiscutible del teatro: todo lo que ocurre ante nosotros es de verdad. Con actores así solo se le ocurre a uno esa amable majadería con que los legos veneramos a los maestros: hacen que parezca fácil.Otro dato importante para el público: Jesús Hernández es además un activo obrero del teatro tapatío, así que habrá más oportunidades de verlo. Pero atestiguar cómo se convierte en gato de puerto es de lo más divertido, para los niños y para los papás. Si ocurriera que se le niega cualquier premio, el público, seguramente, sabrá recompensarlo.Más teatro: agoragdl.com.mx
