Tal vez, por lo tempranero del año, me vino a la cabeza una anécdota que estaba refundida en el archivo general de la memoria, con lo que sucedió el año de 1983 durante la Feria del Libro de Minería, en la presentación de los Cuatro bocetos de Carlos Chimal (MC Editores, 1983), entonces representante de la nueva generación.Nunca me había sucedido cosa parecida y para que ustedes la conozcan, reproduzco un fragmento de la crónica publicada en Proceso:“Se presentó Cuatro bocetos, el libro de Carlos Chimal en la Feria Internacional del Libro de Minería cuando sucedió un incidente con varios miembros del entonces conocido mundillo literario de ‘los infrarrealistas’, como se hacían llamar a sí mismos.“De pronto, al empezar a hablar Martín Casillas, alguien del público gimió, se rio y echó trompetillas saboteando la reunión. En el presídium se encontraba Evodio Escalante y Guillermo Samperio. Mientras tanto, Carlos -que había jugado futbol americano en la prepa-, aspiraba hondo y se quitaba el reloj. Antes que Martín interrumpiera su discurso para llamarle la atención al saboteador ‘infrarrealista’, Carlos Chimal volaba por encima de la mesa, delante de todo el público, para cruzarse entre o sobre los espectadores en línea recta directo a la quijada del aterrado, pálido e impávido ‘infrarrealista’ que intentó escabullirse entre sus compañeros del porrismo literario.“Carlos Chimal repartió dos o tres golpes en largo y en corto y regresó a la mesa para continuar con la presentación de su libro, tal como estaba planeado, como si no hubiera pasado nada.“Semanas después, cuando Julio Cortázar leyó algunos de los cuentos publicados en Deshoras en el atrio de la catedral de Coyoacán, fue invitado a una cena a la que concurrieron Augusto Monterroso, Bárbara Jacobs, Elena Poniatowska y otras estrellas.“Cuando Elenita terminó de contarle a Cortázar ese incidente, pues había estado en la presentación del libro de Chimal en el Palacio de Minería, Cortázar, autor del Último round, le preguntó:-¿Y quién es ese muchacho?-Un joven narrador mexicano -dijo Barbarita.-¿Y es karateka? -añadió Cortázar.-Parece que sí -deslizó Elenita.-¿Y qué cinta es? -continuó Julio.-Olivetti -dijo Monterroso.”¡Claro! Chimal era ‘cinta Olivetti’, pues no ha dejado de escribir desde entonces y, por eso, defendió ese que era su territorio literario con el mismo instinto de conservación.Como se podrán imaginar, no entendí lo que estaba pasando y, menos qué podía hacer en medio del sabotaje. De por sí soy lento y nunca me había pasado algo parecido, por eso hice un paréntesis y volteé a ver a Carlos Chimal para ver si él conocía al interfecto, justo en el momento que volaba por encima del presídium y el público, como pantera al ataque en la selva de las letras: defendía su obra en un momento clave.Con el tiempo lo que ha escrito Carlos Chimal es resultado de una buena y prolífica pluma. Tiene en su haber una buena cantidad de obras y tal vez por eso, me da gusto recordar que en 1983 (ahora, en la prehistoria), cuando le publiqué sus Cuatro bocetos, creo que lo hice de manera oportuna, para ser parte de ese engranaje.Juan Villoro dice que los bocetos de Chimal “nacieron del impulso de recuperar la experiencia inmediata, comprometida, en este caso, con los ritos del pasaje de la juventud y los saberes dispersos y ocultos. Cuatro bocetos son relatos del tránsito, en donde el desplazamiento ocurre en un sentido moral más que físico... La meta representa un asunto secundario en relación con la intrépida vía de acceso y los finales son puntos de reposo para repasar lo ya contado en esas historias en donde el desenlace sólo es una pausa.”Un boceto en pintura es un proyecto, es un primer trazo antes de hacer la obra definitiva en donde no se detallan los contornos, sino que son insinuados esquemáticamente, como en estos textos de Carlos Chimal al inicio de su carrera.(malba99@yahoo.com)
