Dice la Real Academia de la Lengua que ‘chochear’ es ‘ Mostrar debilitadas las facultades mentales por efecto de la edad’. Andrés Manuel López Obrador, ayer durante su seminario mañanero, se autocalificó de esa manera cuando hizo referencia a la ‘metida de pata’ que cometió un día anterior al recibir en Palacio Nacional a la vicepresidenta Kamala Harris, a la que le cambió título y nombre, llamándola “presidente Kabala”.Lo anterior es preocupante, pero aún más alarmante cuando nos damos cuenta que ‘chochear’ no es propio de nuestro mandatario. Ayer, Alberto Angel Fernández, presidente de Argentina, al recibir en Buenos Aires al presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, queriendo hablar -nos imaginamos- de las raíces del pueblo sudamericano y haciendo la relación estrecha entre sus países, dijo “que los mexicanos salieron de los indios, que los brasileros salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos, y eran barcos de allí, de Europa".El mandatario argentino no es un improvisado; tiene un título de leyes, fue profesor en la Universidad de Buenos Aires en criminalística y jefe de ministros de gabinete durante la presidencia de Nestor Kirchner y por algunos meses en la de Cristina Fernández, pero es otro de los nuevos populistas que hay en el mundo y lo reconoció después de su toma de posición -diciembre de 2019- cuando dijo cómo encontró y que quería para su país, “una Argentina dividida entre los que tienen y los que no tienen, sino una Argentina donde todos puedan desarrollarse y el Estado garantice que ocurra”, y sostuvo: “Si darle a los que menos tienen es ser populista, soy populista”.Sin embargo, su corriente ideológica, sistema político, tipo o estilo de gobierno no es el tema. Es la percepción que tiene del argentino al compararse con los otros países hermanos del continente. El mismo Papa Francisco se ríe de la fama que tienen sus coterráneos, a quienes en alguna ocasión describió “como engreídos, nada humildes y con un ego gigante”. Incluso uno de los chistes que más circulan popularmente es, ‘¿Cuál es el mejor negocio?. Comprar un argentino por lo que vale y venderlo por lo que cree que vale’.Muy respetable la posición del presidente argentino -de la que más tarde se disculpó y dijo que la forma como lo dijo se malinterpretó-, sin embargo una de las percepciones que quedan es la confirmación de cómo en ese país ven a los que vivimos fuera de sus fronteras. Y la otra, de como la nueva ola de presidentes populistas tienen un común denominador: meter la pata con frecuencia y dar la sensación de que en verdad están ‘chocheando’. ¿Usted, qué opina?.
