Viernes, 29 de Marzo 2024
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El viaje de Egeria

Por: María Palomar

El viaje de Egeria

El viaje de Egeria

Uno de esos hallazgos fortuitos en los archivos hizo que a finales del siglo XIX saliera a la luz un texto desconocido de la segunda mitad del siglo IV. El historiador italiano Gian Francesco Gamurrini encontró entre los documentos de una cofradía en Arezzo, en la Toscana, un legajo en el que se habían encuadernado dos manuscritos distintos. El que se incluyó en segundo lugar* es la única copia que se conserva (incompleta, pues faltan los folios del principio y del final) del Itinerarium Egeriae,** del cual sólo había unas cuantas referencias en documentos de la Antigüedad tardía y el Medioevo. Se trata de una copia hecha en el monasterio de Montecasino por el año 1100.

La autora de la obra, Egeria, probablemente nació en Galicia, y en la penúltima década del siglo IV hizo una laga peregrinación a Tierra Santa que narra en forma epistolar a un grupo de mujeres de su lugar de origen. Contemporánea de San Agustín y San Jerónimo, es una romana culta y conocedora de la Biblia, que en la época en que comienza a desarrollarse el monasticismo en Occidente visita en tierras orientales las comunidades que ya estaban allá bien establecidas. La extensa red de vías terrestres y rutas de navegación permitían a los viajeros, ya fueran comerciantes, militares o peregrinos como Egeria, recorrer de un extremo a otro y con relativa seguridad la ecúmene del Imperio.

Lo que entre muchos estudiosos se ha podido reconstruir a partir de un documento trunco, en el siglo y medio que va desde su descubrimiento, es que en la década del 380 una señora de la Europa occidental, de la que poco se sabe (hasta su nombre ha estado en discusión), hizo un largo viaje que la llevó a Constantinopla, y de ahí por Calcedonia, Bitinia, Galacia y Capadocia hasta Jerusalén. Se instala por tres años en la ciudad santa, desde ahí emprende otros viajes más, y es ahí donde escribe su narración. Menciona que conoce Egipto (Alejandría, la Tebaida), pero el manuscrito comienza con la visita a la península del Sinaí.

Las excursiones de Egeria a partir de Jerusalén ocupan la primera sección del documento. Sus descripciones de la gente y los lugares, con las referencias bíblicas o de las vidas de los santos que vivieron en ellos, están platicadas a sus corresponsales en una lengua familiar y llana que deja ver la enorme curiosidad que movía a la autora frente a aquel mundo desconocido, aunque es una lástima que de sí misma no cuente nada. La segunda parte describe en detalle las ceremonias religiosas en Jerusalén, lo cual ha sido para los liturgistas una mina de información acerca de una época de la que poco se sabe.

La obra de Egeria ha sido también importantísima para los filólogos como fuente para documentar la evolución del latín en la Antigüedad tardía al “protorromance”,  del que después surgirían las formas medievales y modernas de las lenguas de raíz latina.

*Codex Aretinus, Biblioteca della Città, cod. 405, ff. 16-37.

** A. Arce (trad. y ed.), Itinerario de la virgen Egeria (381-384), Madrid, BAC, 1980.

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