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El verdadero homenaje a Eric Coufal: su torre para la glorieta de la Normal, ya

Por: Juan Palomar

El verdadero homenaje a Eric Coufal: su torre para la glorieta de la Normal, ya

El verdadero homenaje a Eric Coufal: su torre para la glorieta de la Normal, ya

Alguna tinta ha corrido por la sensible pérdida del arquitecto Eric Coufal. Gran personaje: niño cantor de Viena que vino hacia 1940 a Guadalajara, ciudad de la que se enamoró de por vida; arquitecto luego en la universidad de su ciudad natal, alguna incipiente práctica después. Se enteró de que la cacería (headhunt) que el maestrísimo Ignacio Díaz Morales, para reforzar su escuela, realizaba por España, Alemania e Italia. Pero no había considerado en la gira a Austria, y prontísimo le suplicó al gran maestre que lo incluyera en el plantel inaugurado por DM en 1948.

Así que al parecer, Eric Coufal llegó tardíamente a la Escuela, hacia 1950. La legión extranjera de ese trabuco de institución incluía a Horst Hartung, Matías Goeritz, Bruno Cadore Marcolongo, Silvio Alberti Levati, un español Herrero Morales, y Eric Coufal.

Sin duda, la estrella lo fue siempre Horst Hartung, aunque ese lugar se lo disputó por breve tiempo el tan proteico como ocurrente y galán Goeritz. Junto con la legión extranjera estuvieron los que jugaron de locales: el Canónigo Ruiz Medrano, Juan Palomar y Arias, Carlos y Germán Petersen, Jaime Castiello, Salvador de Alba, etcétera. 

En 1962 DM y los locales fueron defenestrados de la UdeG gracias a las acusaciones de que eran elitistas (y lo eran en el mejor de los sentidos). Algunas traiciones de alumnos también colaboraron a truncar lo que había sido por breves años (1948-1962) la mejor escuela de arquitectura de este país en todos los tiempos.

Eric Coufal, parece, también se salió de la escuela al mismo tiempo, 1962, que los vergonzosamente corridos por la Universidad de Guadalajara. Indeleble baldón para la “benemérita” universidad. Igual al de la destrucción de la Escuela de Música en 1980. 

Total, Coufal realizó una meteórica y muy meritoria trayectoria en Guadalajara desde 1962 hasta aproximadamente 1995 cuando, por razones de edad, tuvo que retirarse de la profesión. Genialidad: El Teatro Experimental de Jalisco y la Casa de las Artesanías, ambas cercenándole indebidamente al jardín del Aguazul. El edificio del Banco Industrial que ahora ocupa, esperemos que con mucho cuidado, la Secretaría de Seguridad de Jalisco. (Allí, por cierto, un señor que ya no está se encargó de realizar la gran cúpula fabricada con tubitos de poliestireno.) Y luego una cauda de casas, una más interesante que la otra. Recurrió siempre a la mejor tradición vienesa de artes aplicadas y subsisten algunos ejemplos con aplicaciones de esculturas de Carlos Mérida, Jorge Wilmot y otros. Nadie había hecho, en su generación, casas más refinadas.

Total, hace unas semanas Coufal se murió. Muchos lo lamentamos sinceramente. Tristemente algunas mezquindades afloraron ahora. Nada que pueda empañar la figura arquitectónica de Eric Coufal. El verdadero tributo ahora, con gran beneficio para la ciudad, sería levantar la gran torre observatorio que Coufal proyectó para ese lugar clave. Tendría las mejores vistas de la ciudad y de la Barranca de Oblatos y todo el campo circunvecino, y aumentaría el turismo: la torre se pagaría sola y sería un estupendo remate para el Paseo Alcalde y Ávila Camacho. Esperemos desde aquí que alguna autoridad estatal o municipal diga mú.

jpalomar@informador.com.mx

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