Miércoles, 24 de Abril 2024

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El regreso seguro a las escuelas

Por: Luis Ernesto Salomón

El regreso seguro a las escuelas

El regreso seguro a las escuelas

Los riesgos que provocó el cierre de las escuelas son ahora más graves que cuando se decidió suspender las clases. Por otra parte, las familias y las comunidades necesitan que las escuelas reinicien las actividades, siempre y cuando existan condiciones de salud pública suficientes para los niños, sus familias y para los maestros.

La nación se ha dado cuenta en las últimas semanas lo vitales que son las escuelas para la vida productiva y muchas personas creen que es urgente el regreso a las aulas, pero la vuelta exige el respeto al derecho a la salud de los menores, los mentores y las familias, así como de sensibilidad social para hacerlo de forma ordenada y gradual.

Las autoridades han manifestado que las escuelas de educación básica volverán el próximo 1 de junio, lo que puede significar riesgo para millones de personas y constituye una probable violación de sus derechos fundamentales. Ante el desafío cabe preguntarse ¿Qué se necesita para que el regreso a las escuelas sea seguro, ordenado y eficiente para las comunidades?

Las evidencias prácticas indican que primero es indispensable disponer de suficiente información comunitaria sobre los riesgos en la dispersión de la COVID-19. Cualquier consideración sobre la vuelta a clases debe tomar en cuenta la vulnerabilidad que enfrentan las comunidades. Las diferencias entre las escuelas son enormes, para no mencionar la distancia que significan las condiciones de los niños en educación inicial o preescolar respecto de los de secundaria. Además, los riesgos de rebrotes son reales, y según los especialistas, puede crecer en el otoño y el invierno.

En segundo lugar la decisión de regresar a las escuelas requiere de una amplia participación social para lograr procesos armónicos y graduales que generen la confianza de las familias en un entorno tan incierto como el que vivimos.

Por eso el plan de regreso a clases debe ser elaborado en cada caso, tomando en cuenta las circunstancias de las comunidades, siguiendo sí, directrices generales de la autoridad, pero sin pretender establecer una regla general con una fecha única.

Porque los padres de familia y los maestros tienen miedo de contraer la enfermedad, y podrían no estar dispuestos a poner en riesgo a los niños y jóvenes, hasta contar con evidencias de que el riesgo está controlado.

Lo adecuado es hacer pruebas individuales para dar tranquilidad a la hora de volver a la escuela. Las evidencias de otras latitudes demuestran ejercicios de enorme profundidad en estudios y pruebas como en el caso de China o Corea del Sur, como decisiones de postergar el regreso hasta el otoño.

La reapertura segura requiere un sistema control de distanciamiento entre alumnos y maestros, el control de temperatura cotidiano y el ejercicio efectivo de medidas de desinfección. Y al mismo tiempo identificar a las personas con mayor riesgo como adultos mayores, personas con capacidades diferentes y enfermos crónicos o de coyuntura. Y para cada caso habrá que tomar medidas específicas.

Parece claro que no habrá vacuna disponible masivamente en México en este año, ni pruebas suficientes para todos, por lo que parece aconsejable proceder gradualmente tomando en cuenta la visión y experiencia de los maestros, quienes están abocados a convertirse en los líderes de la transformación de las escuelas en espacios seguros para la salud de los menores. Además deben mejorarse substancialmente las estrategias de enseñanza a distancia. Los ejercicios recientes muestran las enormes dificultades en la implementación de la enseñanza en plataformas digitales en regiones y comunidades en donde sólo algunos pueden y quieren incorporarse. Porque en caso de un rebrote será necesario aplicarlas nuevamente.

Es necesario proporcionar los recursos que las escuelas necesitan para ayudar a cubrir los costos adicionales de funcionamiento durante un cierre o de acuerdo con la orientación de la salud pública.

Los especialistas en el mundo recomiendan la apertura de las escuelas cuando las tendencias de la transmisión muestren una tendencia a la baja sostenida por varias semanas y cuando los trabajadores de la salud puedan diagnosticar y tratar de forma segura y adecuada los casos de COVID-19 en todas las comunidades que volverán a las escuelas.

También estamos frente a la oportunidad de innovar en la organización escolar en México, es una ocasión para dejar de lado los acuerdos entre las autoridades federales y los supuestos representantes sindicales, y abrir un diálogo que permita escuchar de forma auténtica a los maestros en cada región del país.

Los mecanismos de apoyo material a las escuelas suponen inversiones que pueden hacerse de una forma ágil, lejos de la tradicional burocracia que ralentiza resultados, encarece costos y propicia privilegios. La constitución de comités escolares emergentes, conducidos por los maestros en cada escuela, que se sacudan el control corporativo que durante décadas ha sofocado al sistema educativo puede ser una gran ocasión para provocar una revolución participativa en las comunidades escolares.

El regreso ordenado debe respetar el derecho a la salud de niños y profesores, hacerse gradualmente con la participación de los docentes y dejando de lado el corporativismo.

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