Inicia con el gusto de vivir con el respeto mutuo y no tratarse de dominar uno al otro. Eso sí que lleva a vivir en santa paz.Una de las metas más importantes de la vida es tener sanas y fructíferas relaciones humanas. A llevarse bien con todo mundo, y eso se consigue a base de respetar la forma de ser de todos y tratarlos de la mejor manera posible.Al menos ese debería de ser el ideal, aunque sabemos que la realidad puede ser otra, una mucho más áspera y llena de tropiezo.Una clave muy importante es no estarse fijando en los defectos de los demás y mucho menos el quererlos corregir. Para ello es indispensable aceptar a las personas tal y como son, y no intentarlas cambiar. Quienes quieren hacer lo contrario acaban siendo controladores y dominantes, que es precisamente lo que genera la lucha de poder y el deseo de doblegar.Aceptar incondicionalmente la forma de ser de las personas con las que convives. Es una muestra de que la amas y de que las quieres así, con sus cualidades y defectos.Somos iguales, no hay sentimientos de superioridad ni de inferioridad, como quiero que me traten, te trato. Por eso es la base de la regla de oro en las relaciones humanas: “trata a los demás, como quieres que te traten a ti”.Puede ser difícil aceptar que las personas no tienen que cambiar para ser amadas, que con el simple hecho de ser como eres ya te quieran.Vivir al lado de alguien que no te quiere cambiar, sino que hace todo lo posible para ayudarte a crecer, es fuente de alegría y gozo, lo que permite la armonía.Y si además nuestros comentarios y observaciones se basan en las cosas buenas y positivas que hacemos, va a resultar mucho más agradable, que andar fijándose en los defectos y desalentado a que las personas hagan lo que deseen.Qué necedad y empeño de vivir con la expectativa de que cambien los demás, cuando el más importante objetivo es que cambies tú, a ser mejor persona, y a querer a los demás tal cual son. Ese es un gran privilegio.
