Martes, 23 de Abril 2024

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El peligro de las instantáneas

Por: Lourdes Bueno

El peligro de las instantáneas

El peligro de las instantáneas

En una elección política donde todo pasa por el tamiz de la comercialización, desde imágenes, slogans, o “likes”,  las encuestas son también parte del juego. Encuestas encomendadas o independientes, con mayor o menor rigor, pero todas las empresas tratando de dar la mejor fotografía del momento electoral.

Y eso son: el retrato de un segmento poblacional en un preciso momento. Una instantánea de la opinión de una reducida población que además da, en muchos casos, respuestas  para ‘destantear’ o, en el mejor de los casos, para decir por quién votarían ese día en el que leyeron o escucharon algo particular, pero respuestas que reflejan el talante cambiante de los electores. Porque al final, ni siquiera una sincera simpatías resulta en la emisión del voto hacia el candidato favorecido, pues ya tras la mampara de la casilla, en el elector afloran otras consideraciones más profundas: cálculos, temores o la necesidad de seguridad para su futuro.

Y está el otro elemento: los electores no quieren decir por quien van a votar, primero, porque el voto es secreto, lo han aprendido con años de ejercicio electoral, y luego porque tampoco están totalmente decididos por ningún candidato. Un día si, el otro: la duda...

Entonces resultaría preocupante que los candidatos a la presidencia del país quisieran apoyar sus expectativas del voto que esperan obtener en los resultados de las encuestas. Porque argumentar las cifras de las encuestas esperando el mismo número de votos, resultaría banal, pero sobre todo, resultaría peligroso. Porque estarían confiando en instantáneas del juego electoral, golondrinas fotografiadas en un engañoso vuelo que no hará verano, sabiendo que encuesta no es, en modo alguno: voto.

Porque en nuestra democracia el elector tiene la total libertad de decidir ante la urna su voto. Y será entonces cuando se podrá saber quién será el elegido. No antes, ni por otro instrumento.

Así ninguna alegata, menos reclamo, podrá sustentarse con las encuestas como referente. Sí en cambio, en los votos emitidos. Porque todas las denuncias serán válidas apoyadas en la limpieza, o no, de las elecciones, el manejo de las urnas, el conteo de los votos, y la pulcritud de las actas. Pero no con base en las encuestas, por altos, altísimos, o bajos, bajísimos que sean sus porcentajes obtenidos el día de hoy.

Luego, el Instituto Nacional Electoral tiene el deber de aclararlo a la ciudadanía, en cápsulas de información ampliamente difundidas, para evitar la posible manipulación de los seguidores de los candidatos en contienda.

Y aparejado a esta preocupación de algunos analistas, llegó la declinación de Margarita Zavala. Un acto bien asesorado a la candidata independiente que palpando la ausencia de apoyo del empresariado, que la dejó sola... se vio conminada a bajarse de la contienda.

Una debilidad que sin embargo le ha dado mucha mayor fuerza como nunca antes. Prístino nicho donde política y experiencia sumadas la dejan mejor valorada, y desde ahí, ya con soltura...optará por alguno de estos dos candidatos: Meade o Anaya, dejando su moneda al aire esperando los más prometedores vientos que le permitan... aterrizar.

Así, este evento, y el desempeño que los candidatos tengan en el debate de mañana domingo, cambiarán los números en el juego de las encuestas, dejando revueltos los mares políticos donde la barca ciudadana deberá sacar lo mejor de la democracia electoral, con la certeza de que no serán encuestas, sino el ciudadano, el 1º de julio, el único quien, detrás de la mampara, decidirá al futuro presidente del país. 

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