Viernes, 29 de Marzo 2024
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El aeropuerto de AMLO y la crítica reducida

Por: Jorge O. Navarro

El aeropuerto de AMLO y la crítica reducida

El aeropuerto de AMLO y la crítica reducida

Con el asunto del proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) ha sucedido lo mismo que con los grandes fenómenos sociales en el país: al final, nadie entiende bien lo que pasa. Queda claro, eso sí, que el hombre más poderoso de México es Andrés Manuel López Obrador, y decidió que el proyecto de Texcoco será cancelado y en su lugar se habilitará la base militar de Santa Lucía, con una reactivación de la central aérea que ya opera en Toluca.

Desde hoy y en el futuro, el nuevo Presidente dirá que no lo decidió él, sino la gente que participó en la consulta pública.

Para los extranjeros es difícil comprender cómo y por qué se hacen las cosas en México. Para los mexicanos también es difícil, pero ya nos acostumbramos a que suceda lo más improbable, lo impensable, lo aparentemente ilógico. Por eso es “normal” que un Presidente que todavía no es Presidente, determine por una votación que organizó con muchas deficiencias una asociación civil y no una institución pública, cancelar uno de los proyectos estructurales más grandes de las últimas décadas.

En México así son las cosas.

De entre las muchas consecuencias analizables de este fenómeno, quiero referirme a una en particular: la disminución del margen de crítica.

Sí. Dejamos para otros espacios el tema de la economía, las inversiones, la pérdida de confianza, la inviabilidad de Santa Lucía y el largo listado de temas que preocupan a los pesimistas. Enfoquémonos en el asunto de la crítica.

Es terrible que el Presidente electo haya declarado (y con eso da una especie de permiso público a sus fans para hacer lo mismo), que quienes criticaron la famosa consulta pública, lo hicieron porque tenían intereses no confesados en el proyecto aeroportuario de Texcoco.

Terrible porque prácticamente no se podía cuestionar el método, la desorganización y las omisiones evidentes en la consulta, sin ser catalogado como vendido o entregado al sistema “que todavía se resiste”.

¿Es lo que viene para todo el sexenio que arranca el 1 de diciembre? Ese sí que será un futuro tormentoso. Si ya el dólar por encima de los 20 pesos (y contando) se antoja difícil, más oscuro se pinta el horizonte si todas las decisiones del futuro Presidente tendrán el mismo peso de una sentencia inapelable.

En éste, nuestro país de imposibles, propongamos un trato al Mandatario: nos conformamos con ir a la Ciudad de México vía terrestre y en el mejor de los casos, en avión vía Toluca, pero que no se elimine por el método de linchamiento mediático el esencial derecho de la crítica y el disentimiento.

Total, si prometer no empobrece, criticar lo que no parece correcto y llamar deficiencia a lo que tiene todos los rasgos de deficiente, tampoco anulará la cuarta transformación. Gobernar obedeciendo, como promete el futuro Presidente, no es sinónimo de gobernar por unanimidad.

Post Data: Espero que esté arrepentido el presidente del INE, Lorenzo Córdova. Se negó a opinar sobre la consulta pública y con eso selló los labios de todo el personal del Instituto. El valor civil es necesario para ejercer la crítica y cobrar como ministro de la Suprema Corte.
 

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