Viernes, 29 de Marzo 2024
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El abuso de las dos ruedas

Por: José M. Murià

El abuso de las dos ruedas

El abuso de las dos ruedas

A Diego Monraz, con la súplica de que haga algo…

Ser peatón en Guadalajara resulta mucho más peligroso que en otras ciudades. Es rara la banqueta que se encuentra en buen estado y no ofrece peligro alguno a quien no se fija bien. Mirar para arriba el cielo, los edificios o incluso la cara de los peatones con que se cruzan y hasta el trasero de las peatonas que van por delante, puede costar una fractura o algo peor. Hay caminatas que incluso pueden considerarse carreras de obstáculos.

Pero de un tiempo acá, el viandante enfrenta un peligro adicional: los vehículos de dos ruedas. 

No es que antes no hubiera habido. De hecho, quienes fuimos jóvenes en los años cincuenta recordamos que nuestra hoy soberbia metrópoli tapatía era definida como un pueblo bicicletero… 

Cabe decir que no había normalmente problemas entre ciclistas y peatones, salvo cuando éstos se les atravesaban en el “arroyo”. 

Fue la creciente población de automóviles la que fue imposibilitando circular en bicicleta. Creo haber sido de los últimos que, al comenzar la década de los setenta, cuando tenía que ir al Museo Regional, que entonces se estaba “reanimando” de punta a cabo, prefería hacerlo en dos ruedas. Pero cuando la obra se concluyó resultaba ya en verdad imposible ser ciclista.

Pasaron muchos años antes de que los partidarios de las bicicletas, por su valor ecológico y la dinámica que reclama, empezaran a ser cada día más y a convertirse en un grupo de presión. 

Finalmente, se empezaron a hacer los primeros carriles exclusivos que a veces son eficientes, aunque hay que reconocer que algunos resultan muy inconvenientes y otros ven pasar un ciclista cada venida de obispo. 

Es el caso de que ahora se están adueñando de las banquetas y de los camellones, y ya han sucedido no pocos accidentes, sobre todo con gente mayor y niños pequeños. 

Pero la molestia mayor es el reciente añadido de enjambres de motociclistas que llevan y traen comida y demás enseres de un lado a otro, haciendo caso omiso no solo de las reglas de tránsito, sino también invadiendo banquetas y peatones para llegar más rápido a su destino, o simplemente esperar nuevas instrucciones o encargos.

Antiguamente, las motos tenían reglamentos específicos que las obligaban a circular por la derecha, y/o serpenteando a todo el ancho de la vía; la velocidad también era vigilada y limitada y era obligatorio que trajeran luces suficientes; ahora es totalmente caótico y peligroso. 

Como dice una vecina ya mayor, con la cual coincido a veces en mi deambular barrial: “si se quieren  matar que se maten, así van a aprender… pero con una que no se metan” 

Pero esto no quedará aquí: ahora aparecen unos “patines del diablo” eléctricos, cuya velocidad máxima no es despreciable, que obviamente incrementarán el rush y el peligro de las banquetas.
 

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