Emitida ya la convocatoria para elegir a las y los cuatro consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) que sustituirán a Benito Nacif, Pamela San Martín, Marco Antonio Baños y Enrique Andrade a partir de abril, y con la instalación hoy del Comité Técnico para evaluar a los aspirantes y empezar a formar las cuatro quintetas que votarán las y los diputados federales, veremos de qué está hecho el gobierno de la 4T, Andrés Manuel López Obrador y el partido Morena en materia de convicciones democráticas.La gran incógnita será si se impone o no la tentación autoritaria de utilizar la mayoría absoluta que Morena y sus aliados tienen en la Cámara de Diputados para alcanzar los 330 votos necesarios para nombrar a los nuevos consejeros (tienen 341 si sumamos los 258 de Morena, 35 del PT, 26 del PES, 13 del Partido Verde y 9 de los ex diputados del PRD) y que éstos tengan una clara simpatía por el gobierno lópezobradorista que mine la independencia del órgano electoral. Los grupos más radicales de Morena afirman que es momento de vengar el 2014 que PRI, PAN y PRD se repartieron con la lógica de los cuates y las cuotas todos los espacios del INE, dejándolos fuera, por lo que se debe formar una nueva mayoría de consejeros, haciendo valer la mayoría que tienen en la Cámara de Diputados.Esta postura asomó claramente hace unos días en voz, nada más y nada menos, que de la titular de la Secretaría de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, al criticar en sus redes sociales al presidente del INE, Lorenzo Córdova, por considerar una imposición la reelección de Edmundo Jacobo en la Secretaría General del INE. “No es de demócratas señor Lorenzo Cordova”, escribió en Twitter la funcionaria, “sea valiente, escuche bien al único consejero electoral del INE México que hoy nos representa a todos los mexicanos”. Sandoval se refería al consejero José Roberto Ruiz Saldaña, quien voto en contra de la ratificación de Jacobo por considerarla “fraudulenta”.Si bien se deben revisar aspectos del funcionamiento del INE, sobre todo lo que tiene ver con su transparencia y su política de megasalarios y otros excesos, lo cierto es que el órgano electoral ha dado certidumbre de imparcialidad en la organización de las elecciones desde que se independizó del gobierno y se convirtió en un organismo autónomo. Prueba de ello es la alternancia política en el año 2000, cuando por primera vez perdió el PRI la presidencia de la República y la ganó el PAN; el regreso del PRI en el 2012, y la propia llegada de Morena y AMLO a la presidencia en el 2018, luego de dos intentos en los que reclamó fraude electoral.A nadie conviene un árbitro electoral debilitado o partidizado, ni siquiera a Morena, por eso ojalá los más demócratas de ese partido den la batalla interna y cierren el paso a los que quieren un INE infiltrado como ocurrió con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, con la imposición de Rosario Piedra. jbarrera4r@gmail.com
