Miércoles, 24 de Abril 2024

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“El Chapo”, fin de la novela

Por: Diego Petersen

“El Chapo”, fin de la novela

“El Chapo”, fin de la novela

Se terminó la novela y el final fue el más predecible de todos: cadena perpetua en Estados Unidos para el narcotraficante más famoso de México y cuya leyenda solo es comparable con la de Pablo Escobar en Colombia. Lo predecible del desenlace no quita lo interesante al juicio porque si algo hemos de agradecer es que éste haya sido en una corte estadounidense donde la transparencia con que se ventilan los asuntos jurídicos es abismalmente distinta a nuestro país.

Las dos fugas de penales de alta seguridad (que después de las cuales estaremos de acuerdo que es una payasada llamarlos así) la propaganda gubernamental de sus capturas y recapturas y las series de televisión hicieron de “El Chapo” un personaje mítico, pero ni su juicio en Estados Unidos, y ahora su condena, han cambiado un ápice la situación en México ni en Estados Unidos: tener a “El Chapo” Guzmán en la cárcel no redujo la violencia (supuesto objetivo del Gobierno de México en la guerra al narco) ni el consumo de drogas entre los estadounidenses, que en teoría es lo que da sentido a la cruzada contra las drogas que emprendieron los gringos desde los años ochenta.

Si algo nos ha enseñado la novela de “El Chapo” Guzmán es que hemos errado completamente en confundir la lucha contra las drogas con la batalla contra el crimen organizado

Si algo nos ha enseñado la novela de “El Chapo” Guzmán es que hemos errado completamente en confundir la lucha contra las drogas con la batalla contra el crimen organizado. Un capo que ha sido capaz de asesinar y mandar asesinar a tanta gente por supuesto que merece estar en prisión, pero eso no redujo un ápice los índices de violencia ni la capacidad operativa de los grupos criminales. Si la caída de “El Chapo” no afectó los mercados de las drogas ni bajó la violencia es porque el crimen organizado es otra cosa, algo mucho más profundo, anclado en la sociedad y sobre todo en las estructuras del Estado. Los empresarios, los políticos, los jueces, los policías que brindaron protección a “El Chapo” ahora se la dan a otros; la droga que antes pasaba “El Chapo” ahora la pasa otro; los sicarios que estaban a su servicio ahora están al servicio de otro; los crímenes que él no cometió ahora los cometen otros. Pero los que ganaron dinero y poder son los mismos.

“El Chapo” era indefendible, pero si algo hizo bien la defensa del capo durante esos meses fue hacer evidente el juego de los dos gobiernos al querer presentar a Guzmán Loera como la cabeza de la organización; era una forma de jugar para la tribuna y hacerse tontos solos.

Si algo hemos de aprender de este culebrón por episodios celebrado en Brooklyn es que es momento de cambiar nuestra visión del problema.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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