Viernes, 19 de Abril 2024

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Dos solitarios en sus palacios

Por: Pablo Latapí

Dos solitarios en sus palacios

Dos solitarios en sus palacios

Enrique Alfaro y Andrés Manuel López Obrador tienen muchas cosas en común, pero también notables diferencias.

Quienes ya llevamos varios ayeres (una pila de sexenios un detrás del otro) alcanzamos a ver en las administraciones de ambos cambios importantes respecto a los regímenes anteriores y que invitan a pensar con cauteloso optimismo.  Piedra angular de la apuesta de confianza en ambos es la eliminación de la corrupción, que todo parece indicar que sí están llevando a cabo por lo menos en sus círculos más cercanos, de tal forma que se está suprimiendo la gran corrupción, aunque permanece (igual que siempre) la corrupción hormiga, la del burócrata de ventanilla o del agente de tránsito que cínicamente siguen invitando a la mordida.

Hay en ambos una buena intención de proyecto (sea la Cuarta Transformación o la Refundación) aunque no termina de quedar claro en qué consiste cada una de ellas.

Y quizás aquí es donde empiezan a surgir las diferencias entre ambos, pues da la impresión que mientras con AMLO se vive el “mucho ruido y pocas nueces”, quizás con Alfaro se viva un poco más el “algo de nueces con poco ruido”.

El Presidente ha abusado (con su mañaneras y sus declaraciones en giras de fin de semana) del micrófono y las cámaras; ha hecho cualquier cantidad de declaraciones muchas de las cuales por su estridencia, o por su ingenuidad, han pasado a ocupar los titulares de los principales medios, ya sea los que están a favor como los que están en contra.

Alfaro, a diferencia, parece conducir un proyecto más formal (La Reforma Judicial y El Congreso Constituyente) que, si llega  a buen puerto, bien podría reducir el primer lastre que acarrea toda actividad económica y social en Jalisco que es la falta de aplicación del Estado de derecho. Pero si algo se ha estado consiguiendo con esos primeros pasos de la refundación, la información está quedando entre el gobernador y sus íntimos, porque la mayoría de la sociedad no está enterada.

Si hay logros no se han sabido comunicar.

Y como cerrando el día tanto de AMLO como de Alfaro vemos en ambos lo que parece una inmensa soledad; son los solitarios de sus respectivos palacios. No se vislumbra cerca de ellos ningún hombre fuerte, o súper secretario, que les ayude a cargar con el peso de la encomienda y ¿por qué no? con los golpes cuando hay que recibirlos.

Demasiada soledad para responsabilidades tan pesadas. Pero ese es el estilo, y ni cómo ayudarles.

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