Viernes, 11 de Julio 2025

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Diversidad, religión y los mundos que se cruzan

Por: Pablo Latapí

Diversidad, religión y los mundos que se cruzan

Diversidad, religión y los mundos que se cruzan

Llevo dieciocho años caminando estas calles. Como periodista me ha tocado ver revoluciones. He cubierto guerras. He entrevistado dictadores y santos. Pero nunca había vivido en una ciudad que fuera todas las ciudades al mismo tiempo. Guadalajara me enseñó algo que cuatro décadas de periodismo no me habían mostrado: que los mundos pueden cruzarse sin romperse. Un domingo cualquiera camino por Avenida Chapultepec. Escucho mariachis en una plaza. Dos cuadras después, música electrónica sale de un café. En la esquina, una familia judía va hacia la sinagoga. Al final de la calle, fieles de La Luz del Mundo regresan de su templo. Todos en la misma banqueta. Todos Guadalajaras. En otras ciudades que he habitado, eso sería imposible. O se tolerarían en silencio. O chocarían. Aquí conviven. No siempre en armonía. A veces con fricciones. Pero conviven.He cubierto conflictos religiosos en tres continentes. He visto cómo las diferencias de fe destruyen países. Aquí descubrí que también pueden construir ciudades. La Catedral y el templo de La Luz del Mundo. La sinagoga y las capillas de barrio. Cada una con su verdad. Ninguna con la única verdad.Como periodista, me entrenaron para buscar el conflicto. La división. El miedo. La noticia está en lo que se rompe. Pero Guadalajara me obligó a encontrar historias en lo que permanece unido.En lo que se entrelaza sin destruirse.He cubierto el desfile del orgullo. Miles celebrando en las calles. Al mismo tiempo, en las iglesias, otros miles rezaban. No era una guerra. Era una ciudad lo suficientemente grande para contener ambas realidades. Lo suficientemente madura para entender que la diversidad no es amenaza. Es riqueza. He entrevistado mariachis que escuchan jazz. Programadores que bailan folklórico. Rabinos que hablan del tequila como patrimonio cultural. Cada uno fiel a su mundo. Ninguno prisionero de él.En Medio Oriente conocí ciudades divididas por muros invisibles. Comunidades que no se hablaban. Tradiciones que se atacaban mutuamente. Aquí encontré lo contrario: tradiciones que se nutren entre sí. Sin perder identidad. Sin renunciar a su esencia.La Feria del Libro es el ejemplo perfecto. Durante una semana, Guadalajara se convierte en capital mundial de las letras. Escritores de todos los países. Ideas de todos los continentes. Y en las noches, mariachis en las plazas. Como si la ciudad dijera: podemos ser universales sin dejar de ser nosotros.Como periodista de la vieja escuela, me enseñaron que las ciudades se definen por sus conflictos.Por sus divisiones. Guadalajara me está enseñando que también se pueden definir por su capacidad de unión. Por lo que las conecta. Por sus emociones.

No es perfecto. Hay tensiones. Hay resistencias. Hay momentos en que los mundos chocan en lugar de cruzarse. Pero la tendencia es hacia la convivencia. Hacia la construcción de algo más grande que la suma de sus partes.Después de cuatro décadas cubriendo noticias del mundo, puedo decir esto: Guadalajara no solo es un laboratorio de pluralidad. Es una escuela de civilización. Un ejemplo de cómo las sociedades complejas pueden funcionar sin simplificarse.Quizás por eso me quedé. Quizás por eso, después de dieciocho años, sigo descubriendo formas nuevas en que esta ciudad logra que los opuestos se complementen. He visto el futuro de México en muchos lugares. En Guadalajara lo vivo todos los días. Es el futuro de un país que no teme sus contradicciones. Que las abraza. Que las convierte en fuerza. Los mundos se cruzan sin romperse. Esa es la noticia más importante que he cubierto en dieciocho años.

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