Dos machos alfa no pueden convivir en un mismo criadero. Dos egos del tamaño de los de Donald Trump y Elon Musk no caben en el mismo proyecto. Era esperable que no llegaran muy lejos juntos; lo que no esperábamos era que el rompimiento se diera de manera tan brutal y con esos niveles de acusaciones mutuas. The Washington Post las calificó gozosamente de épicas.El pleito público comenzó por la crítica de Musk al plan fiscal de Trump que, advirtió, causará una recesión en la economía más grande del mundo. A partir de ahí, cada uno en su red social, Trump en Truth Social y Musk en X, comenzaron las acusaciones de ida y vuelta, hasta que el presidente entró en el terreno personal. “Teníamos una gran relación. Creo que ya no será así”.La escalada llegó a su culmen cuando Trump anunció el retiro de subsidios federales a las empresas de Elon Musk por 38 billones de dólares (alrededor de 800 mil millones de pesos, el equivalente al presupuesto anual de Jalisco, Nuevo León, Querétaro y Estado de México juntos), y Musk respondió con lo que llamó “una verdadera bomba”: la presunta implicación de Trump en los expedientes de la red de explotación sexual de Jeffrey Epstein.A Elon Musk la bravuconada de ayer le costó la friolera de 34 mil millones de dólares en el valor de sus compañías. El costo para Trump está por verse; luce complicado pelearse con el dueño de la red social más grande del mundo y salir ileso.Xi Jinping, el presidente de la República Popular China, por poner un ejemplo, es un enemigo político de Donald Trump. Ambos ejercen presión para luego buscar un acuerdo, tal como sucedió ayer mismo. Elon Musk se convirtió en un enemigo personal, porque la relación era personal. “Amo a Trump tanto como un hombre heterosexual puede amar a otro hombre”, escribió en X el dueño de Tesla apenas en febrero pasado. El desamor no es un conflicto político. En el amor y en el desamor todo es personal: no hay límites ni códigos, no está mediado por la diplomacia ni por las instituciones.El presidente estadounidense puede salir políticamente fortalecido de este conflicto si el mensaje que queda es que nadie, ni siquiera el hombre más rico del mundo, puede enfrentarse con él, el hombre más poderoso del mundo. Pero igual el resultado puede ser fatal para el presidente de Estados Unidos y terminar en el descrédito más absoluto, en medio de acusaciones que, aunque no lo lleven a la cárcel, marquen su administración y ocupen su tiempo.El escenario más probable es que ambos pierdan. He de confesar que nada me gustaría tanto como ver al par de machos alfa desbaratándose el uno al otro, pero como bien dice el dicho: cuando dos elefantes se pelean, el que se jode es el pastito. Y ese pastito somos nosotros, una economía que sufrirá terriblemente si nuestro principal socio comercial cae en recesión.