El pasado domingo se realizó la elección para elegir a los integrantes del Poder Judicial. Para sorpresa de nadie, la participación fue terriblemente baja. En elecciones nacionales, la participación va de un 60 por ciento en elecciones presidenciales a un 50 por ciento cuando solamente se renueva el Congreso.En esta elección la participación fue entre un 10 y un 13 por ciento del patrón total de electores. Si la lista nominal de México anda en los 100 millones de mexicanos, un 13 por ciento de participación máxima significa unos 13 millones de personas que decidieron salir ese domingo a votar.Nunca desde que este país tiene elecciones, se había registrado un interés tan bajo en ningún proceso electoral. Por supuesto, el oficialismo salió a repetir el mensaje de que el “ejercicio había resultado en todo un éxito”.Organizar esta elección desde un principio se antojaba como una mala idea, requirió que se gastaran del presupuesto público una cantidad que ronda los 13 mil millones de pesos. Eso sin incluir los recursos que por debajo de la mesa le metieron los gobiernos de Morena en varios niveles, ya sea para acarrear gente o para imprimir y repartir los famosos acordeones.Esos 13 mil millones de pesos entre los 13 millones de electores que asistieron, significa que en números cerrados cada voto le costó al país unos mil pesos. Como dato de comparación, cada voto que se emitió en las pasadas elecciones presidenciales le costó al país unos 206 pesos.¿Por qué el gobierno del AMLO y luego el de Sheinbaum se embarcaron en esta travesía de elección de jueces cuando teniendo mayorías calificadas en ambas cámaras simplemente podían haber nombrado directamente a sus elegidos para la Suprema Corte y llenar con incondicionales toda la lista de espacios restantes?De todos modos, los resultados fueron exactamente los mismos. Usted puede revisar que efectivamente “ganaron” las elecciones las personas que aparecían señaladas en los acordeones repartidos por Morena y los “servidores de la Nación”.Si ya tenían en el bolsillo todo el Congreso, ¿para qué organizar este circo que llegó exactamente a donde mismo, pero después de haber quemado 13 mil millones de pesos en tiempos de carencia de recursos fiscales?Mi interpretación es que tanto el gobierno de AMLO como el de Sheinbaum todavía sentían la necesidad de disimular o disfrazar sus intenciones. Todavía tenían cierto prurito por mantener las formas. Inventarse un proceso “electoral” para desaparecer a un poder independiente y colonizarlo con incondicionales que le digan a todo que sí.Lo pudieron hacer desde el Congreso, pero les pareció que se vería muy burda y evidente su intención. Mejor disfrazarla de “fiesta democrática”, aunque en realidad no le importe a nadie. Como ya se vio el domingo.Eliminados los contrapesos, este gobierno y los que sigan de Morena, poco a poco irán volviéndose más y más cínicos. Poco a poco irán olvidando el prurito o la vergüenza. Porque habrán tomado el control completo del poder en el país.Poco a poco hemos visto que salen más y más escándalos de actos de corrupción o de contubernio con el crimen organizado y poco a poco vemos que cada vez importa menos lo que se diga en la prensa o en los medios.Mientras que, en los inicios del gobierno de López Obrador, los políticos simulaban que se tomaban en serio eso de la “austeridad republicana” y evitaban vuelos privados o ser ostentosos con casas, autos, ropa o lujos. Ahora, en el “segundo pido de la Transformación”, poco a poco eso va dejando de importar.Vemos (y veremos) con mayor frecuencia y normalidad, a los políticos del partido de “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”, que les destapan casas en el extranjero y que nada pasa. Se ríen y dicen que viene de su “éxito empresarial” y listo. A seguir en lo mismo.Citando a Lord Acton, “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Ya con la Suprema Corte en su poder bien podemos decir que los de la 4T ya estarán entrando a esa fase.