Viernes, 19 de Abril 2024

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Diario de un espectador

Por: Juan Palomar

Diario de un espectador

Diario de un espectador

Atmosféricas. El jardín de los Finzi Contini es una esplendorosa película de 1970. Se trataba, evidentemente y no tanto, del jardín de unos aristócratas italianos. Era bellísima, y poco más se recuerda. Además de que fue dirigida por Vittorio de Sica sobre un libro de Giorgio Bassani. Total, que hay un jardín hermano en Venecia. Tan hermano, que éste está sobre el Gran Canal y es propiedad de otros aristócratas arruinados. Por eso convirtieron palacio y jardín en uno de los mejores hoteles del mundo. Alguien dice que princesa y el príncipe son parte del personal. Uno lleva el bar, la otra canta por las noches. Como dice el Dottore, los jardines italianos se basan en unas cuantas especies que así saben durar a través de los siglos. Casi como el jardín del arrayán, que apenas va a cumplir un siglo y en donde reina el resplandor rojizo. El jardín de la princesa tiene nísperos, también el de la reina. Tiene jazmines idénticos a los de aquí. Es todo.

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Espectador de una sola canción, como la Samba de una sola nota de Antonio Carlos Jobim. Exactamente así. De repente se encuentran, al azar de los años, canciones que cambian a quien las oye, y las entiende a su particular manera, de por vida. Light my fire, de los Doors, es un buen ejemplo. O Cuatro caminos de José Alfredo. O Nights in white satin, de los Moody Blues, o If you see her de Bob Dylan y casi todas las suyas, o Ma liberté de Georges Moustaki, Ne me quitte pas de Jacques Brel, muchas de Brassens y de Jean Ferrat y Léo Ferré, o Abre abuelita el ropero de Cri Cri, el Son de la Negra, Charlotte sometimes de The Cure, Retrato del artista cuando mozo de Chico Buarque, los lieder de Schubert oídos en la Université Caholique de Angers hace cuarenta años; So long Marianne, Field Commander Cohen, Take this Waltz (con Lagartija Nick) y tantísimas otras de Leonard Cohen; muchas de Sonic Youth y de Beirut y de Talking Heads o los Chemical Brothers; Mediterráneo y Para la libertad de Serrat, casi todas las del cante jondo, sobre todo con Enrique Morente y el Camarón de la Isla; Dandelion, Gimme Shelter y Street fighting man de los Stones, y algunas otras. El caso es que ahí está la canción del tan lamentado Alain Bashung, en traducción libre. (El Vercors es un macizo de montañas al oriente del Ródano, en Francia, de la mitad del tamaño de La Primavera.) Total parcial, esta canción pinta exactamente esta vida, a estas alturas. Favor de oírla en youtube (instrucciones y adivinanzas para la princesa).

La nuit je mens/ Alain Bashung

Se me ha visto en el Vercors
Brincar la soga
Ladrón de ánforas
En el fondo de los acantilados
Le he hecho la corte a las paredes
He hecho el amor, me he hecho el macho
Ni habías nacido

En el balneario
Te hiciste del rogar
Yo era un guante de crin, géiser
Por nada me venía
Cuestión de agua

A la noche yo miento
Tomo trenes por los llanos
A la noche miento
De eso me lavo las manos
Traigo en los guaraches cerros de preguntas
Donde todavía subsiste tu eco
Donde todavía dura tu eco

He hecho la temporada
En este antro craneano
Tus pensamientos 
Los hacía míos
Agandallarte, nomás agandallarte
De estrado en estrado
Hice danzar tantos malentendidos
Kilómetros de vida en rosa

Un día en el circo
Otro a quien le gustabas
Decorador de maricas
Dinamitero de acueductos

A la noche miento
Tomo trenes por el llano
A la noche miento
Descaradamente
Traigo en los guaraches cerros de preguntas
Donde todavía queda tu eco
Donde aún queda tu eco

Se me ha visto en el Vercors
Brincar la soga
Ladrón de ánforas
En el fondo de los acantilados
Le he hecho la corte a las paredes
He hecho el amor, me he hecho el fuerte
Ni habías nacido

A la noche miento
Tomo trenes por el llano
A la noche miento
Descaradamente
Traigo en los guaraches cerros de preguntas
Donde todavía queda tu eco
Donde aún queda tu eco

A la noche miento
Tomo trenes por el llano
A la noche miento
Descaradamente
Traigo en los guaraches cerros de preguntas
Donde todavía queda tu eco
Donde aún queda tu eco

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Retrato de Carlos Palomar y Arias (1892-1971)

Carlos Palomar y Arias era, y con mucho, el más inteligente de su casa. Políglota, calígrafo, poeta, declamador refinadísimo, conversador amenísimo, dueño –según decía- de una ignorancia enciclopédica, dandy desconchinflado, músico –excelente pianista-, humorista, cuentista, abogado, matemático, traductor, incansable escritor de insuperables epístolas, dibujante, crítico de música por décadas en el Excelsior bajo el seudónimo de Junius, casi médico, hacendado con mucha flojera de la Cofradía del Rosario en Zapotlán, uno de los amigos preferidos por Luis Barragán, amigo de Enrique González Martínez (ahora Parroquia) quien le dedicaba fotos con elogios, miembro del consejo de redacción de la legendaria revista chilanga Sav-en-ank, ex alumno junto con Juan su hermano, del legendario colegio jesuita de Los Mascarones y de la Universidad de Lovaina. Íntimo amigo de su primo, el arquitecto Enrique de la Mora y Palomar, el Pelón. Una vez, Carlos Palomar le compuso una larga carta con puras palabras que empezaban con p. Así comenzaba: Pinchi Pelón Pendejo, etc. Con la hacienda arruinada gracias a las revoluciones, la petitesse de acreedores menores y sobre todo por el proverbial pundonor familiar, tuvo que irse a Tampico en 1932. Allí trabajó años en la Huasteca Petroleum Company. Soportó sus muchos quebrantos con el estoicismo que aprendió de Montaigne y de las Meditaciones de Marco Aurelio. Católico ferviente, cada año regresaba a Guadalajara –vivió el resto de su vida en México- para estar en la pastorela de la familia y las navidades que se escenificaba en el corredor del jardín del arrayán. Tenía una vez un sobrino de siete años, con el que se escribía a Guadalajara. El viejo y fatigado tío le avisó que llegaba pronto y le preguntó que qué se le ofrecía de México. El niño, sabedor de que el tío vivía en la calle de la Noche Triste número 7, (casa proyectada seguramente por el Pelón, con una virgen de Zapopan en la fachada) le pidió una ramita del venerable sabino bajo el que lloró Hernán Cortés en 1521. Llegó el tío, días después, con la ramita cuidadosamente metida, junto con un dibujo del árbol, en un sobre ahora desbalagado. Más que todo, fue un santo.

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Una sugerencia de nombre para alguna nueva banda postpunk tapatía: Pérdida Total.

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Delante de la luz cantan los pájaros. Amanece.

PD, Lo de Delante de la luz… es el título de un poemario de Marco Antonio Montes de Oca. Vale.

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