Jueves, 28 de Marzo 2024

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Desastre policial

Por: Jaime Barrera

Desastre policial

Desastre policial

Si la imparable escalada de violencia nos tenía agobiados, el saber que nuestras fuerzas armadas y policiales, más que combatir a la delincuencia, se pelean entre sí, torna la situación en realmente de miedo.

Este desorden de las fuerzas del orden que hizo crisis esta semana en Jalisco por el enfrentamiento entre distintas corporaciones policiales federales, estatales y municipales, y que provocaron una reunión de urgencia del gobernador Aristóteles Sandoval con el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, es el síntoma más claro que nunca se logró construir una visión sistémica en la política de seguridad pública en el país. Por ello las corporaciones no sólo siguieron actuando de man era fragmentada y aislada, sino que profundizaron sus diferencias y recelos al grado de degenerar en enfrentamientos violentos en el ocaso de estos gobiernos.

El lunes fue el ataque de elementos de la Marina Armada de México desde un helicóptero contra policías estatales que emprendieron un operativo en Jilotlán de Dolores, tras el asesinato del ex alcalde con licencia de ese municipio, Juan Carlos Andrade Magaña. La explicación de la Marina fue que confundieron al convoy de patrullas negras de la Fuerza Única Jalisco, con un comando del cártel Nueva Generación, en medio de la búsqueda de su líder Nemesio Oseguera, alias “El Mencho”.

La descoordinación policial se exhibió también la noche del martes en un nuevo choque entre la policía municipal de Ocotlán, con agentes de la Policía Federal que andaban fuertemente armados, pero sin uniforme, y quienes después de disparar contra los municipales y desatar una balacera se refugiaron en las instalaciones de la PGR en Ocotlán.

Este par de incidentes se suman a una larga lista de sobresaltos que han protagonizado elementos de fuerzas castrenses, corporaciones federales, estatales y municipales, y que son la prueba más clara de la desconfianza que priva entre todos ellos, por acusarse mutuamente de estar infiltrados por la delincuencia organizada. Estas sospechas nunca pudieron ser superadas entre los mandos y las tropas, y echaron por la borda la pretendida coordinación policial que prometió desde el inicio de su sexenio el Gobierno de Enrique Peña Nieto, como parte la fórmula para disminuir los altos niveles de violencia con los que terminó la administración de Felipe Calderón, con su guerra contra el narco.

En el que esta coordinación de las fuerzas policiales haya quedado solo en discurso, y en la fallida política de recuperación del tejido social y espacios públicos a la que apostaron con el Programa Nacional de Prevención del Delito (Pronapred) radica el incumplimiento y el fracaso en la estrategia de seguridad que tiene a México hoy en una crisis de violencia mayor a la que se padeció en el sexenio pasado.

jbarrera4r@gmail.com

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