Es importante no confundir la aptitudes y la habilidades mentales con la inteligencia general, que como decía H. Simón (citado por E. Morin) es la capacidad de plantearnos y resolver problemas.Entre más poderosa sea la inteligencia general más grande es su facultad para tratar problemas especiales.La educación requiere considerar, con mayor profundidad, que un sujeto, entre más se comporta en forma inteligente ante los problemas generales y considera el saber en su conjunto, sin perder de vista las partes, más tendrá un mejor conocimiento del mundo.Al comprender mejor las cosas en su conjunto, más se activa la inteligencia en general. Por ello Morin nos señala: “La educación debe favorecer la aptitud natural de la mente para hacer y resolver preguntas esenciales y correlativamente estimular el empleo total de la inteligencia general”.Y para lograr que se desarrolle esta aptitud se necesita de la facultad más expandida y más viva de la infancia y en la adolescencia: se trata de la curiosidad. Una característica básica que muy frecuentemente es reprimida o extinguida por los métodos de instrucción que inducimos. Y esa facultad de la mente no la desarrollamos en la medida de las aportaciones que le da al crecimiento y la eficiencia de la inteligencia.Cómo ya lo hemos comentado, al desarticular las partes entre sí, y con el todo, la inteligencia no logra conocer y comprender el contexto y la multidimensionalidad de la realidad, además de separar entre los temas humanistas y las ciencias exactas. Una deficiencia que limita al desarrollo de la capacidad de integrar y plantearse problemas para buscar darles una adecuada solución.Estimular la curiosidad es una tarea inaplazable en la educación, que aunado al énfasis de enseñar a pensar, se transforma en el eje central para atenuar en algo la tendencia a ver un mundo desarticulado, que se encuentra atrapado en compartimentos especializados, desligados unos de otros, como lo es la filosofía misma que se ha quedado encerrada en sí misma, cuando debería de ser una reflexión extendida en las aulas de clase y tratar los problemas humanos con más entrega.De hecho, Morin nos recuerda que: “Los problemas fundamentales y los problemas globales son evacuados de las ciencias disciplinarias. Sólo son protegidos por la filosofía, pero dejando de alimentarse de los aportes de las ciencias”.Un punto de extrema importancia al buscar desarrollar la inteligencia general, es el tratar de disminuir el debilitamiento de la percepción de lo global que, a su vez, conduce al debilitamiento de las responsabilidades con los demás, pues cada quien tiende a ver su parte, lo suyo y sólo de eso se tiende a responsabilizar, y así se pierde el vínculo de solidaridad con los conciudadanos. De aquí la importancia de empeñarnos en una educación que desarrolle la inteligencia global y nos motive a ver más allá de nuestras narices y a comprender que finalmente los problemas de los demás también son los míos, somos ciudadanos de un mismo planeta.
