Martes, 23 de Abril 2024

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Desaparecidos: el Estado en su laberinto

Por: Diego Petersen

Desaparecidos: el Estado en su laberinto

Desaparecidos: el Estado en su laberinto

Pocas cosas hay tan complicadas para el Estado como los desaparecidos. Es un tema al que los políticos le sacan la vuelta porque independientemente de lo que hagan a la postre siempre habrá un sufrimiento profundo de las víctimas vinculado a la gran incapacidad del Estado para ofrecer seguridad a los ciudadanos. En este contexto es de reconocerse el esfuerzo del gobernador Enrique Alfaro de darle personalmente seguimiento a un tema que otros gobernadores abordaban con cara compungida solo en momentos de coyuntura, pero no se comprometen.

El asunto de la desaparición de personas es doblemente sensible para los gobiernos porque desnuda la incapacidad, la corrupción y las taras de los sistemas de procuración e impartición de justicia, de investigación y de procesamiento de información. Los gobiernos están, todos, federales, estatales y municipales, rebasados. En lo que va de esta administración en Jalisco se han denunciado 1,951 personas desaparecidas, que se suman a las 8,173 de gobiernos anteriores. Hay un crecimiento exponencial de este delito. Cada día se reportan 13 desaparecidos más, pero también cada día se localiza a más personas (poco más de la mitad de las personas denunciadas como desaparecidas son encontradas, la gran mayoría con vida). Pero la otra mitad se suma a ese enorme número de personas en todo el país que desaparece sin dejar huella, que rompe el sueño de las familias, que evidencia los límites y las negligencias de los gobiernos y que enfrenta al Estado a su propio laberinto burocrático.

La batalla la vamos a ganar cuando los grupos del crimen organizado dejen de levantar, asesinar, descuartizar

Es loable el esfuerzo del gobierno de Alfaro y sobre todo que tome en serio el problema y dé la cara a los familiares. Pero, tan importante como buscar a los desaparecidos es evitar las desapariciones. La batalla la vamos a ganar no cuando encontremos a todos (que ojalá así sea) sino cuando no desparezca ninguno, cuando los grupos del crimen organizado dejen de levantar, asesinar, descuartizar y tirar personas en cementerios clandestinos. Dicho de otra manera, atender los efectos y sobre todo a las víctimas de este delito es de urgente humanidad; transformar las instituciones para que den respuesta a la búsqueda y localización es lo mínimo que se espera de un gobierno en materia de derechos humanos. Todo ello es plausible, sin embargo, el problema de fondo sigue siendo la inseguridad, esa que todos los días deja la enorme estela de muerte y desapariciones y que requiere el concurso de todos los niveles de gobierno para enfrentarla.

Mientras haya crimen organizado, control de territorios y corrupción institucional que los proteja no saldremos del laberinto que genera la desaparición.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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