Viernes, 29 de Marzo 2024

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Del Atlas al atlas

Por: Armando González Escoto

Del Atlas al atlas

Del Atlas al atlas

Claves fundacionales del deporte, desde los tiempos griegos, fueron la competencia y la identidad. Desde aquellos años, los triunfadores de algún modo hacían triunfar a los pueblos de los que procedían fortaleciendo la identidad, la gente se sentía orgullosa de sus exitosos paisanos.

En los actuales tiempos se ha generado un cambio radical en este medio a partir de que el deporte se abrió a la mecánica capitalista, tanto en el futbol como en cualquier otra disciplina. Los equipos se convirtieron en “marcas” y los jugadores en mercancía.

Este cambio de mentalidad permitió que los “clubes” pudieran ser comprados por empresas o empresarios de cualquier parte del país o del mundo, que veían la transacción como una inversión productiva. Un famoso equipo de futbol inglés podía ser propiedad de un inversionista ruso. En cierto modo la relación deportista - identidad regional quedaba relegada a segundo término, sobre todo a partir del momento en que los integrantes de un equipo ya no eran precisamente locales, es decir, no eran “nuestros paisanos” demostrando que la gente de “esta tierra” puede producir grandes jugadores, como sí es el caso del “canelo” Álvarez.

Al dueño de un club lo que le importa es ganar, por lo cual está dispuesto a comprar jugadores de cualquier parte del planeta si eso garantiza su inversión. A los jugadores igualmente les importa destacar porque eso los hace cotizarse cada vez más alto, si ayer jugaban en un pequeño club, mañana pudieran estar jugando en Europa. Tal y como pasa en el mundo comercial, si usted genera un producto que se vuelve famoso, ya tiene lo que se dice una “marca”, usted puede seguirla manejando, o venderla al mejor postor, el cual desde luego conservará el nombre porque eso es lo que ha comprado, la marca, pero usted ya no es el dueño. Así los equipos de futbol, se volvieron una marca, se compran y se venden, pero las ciudades a las que representaban originalmente, pasan a segundo plano, máxime si los integrantes del equipo ya ni siquiera son paisanos.

Pero el mundo de la empresa es muy complejo, y habituado a manejarse por principios muy ajenos a los que han caracterizado, al menos hasta no hace tanto, el espíritu deportivo. El deporte empresa se asemeja a las batallas campales que ocurren en las bolsas de valores, donde se pacta, se filtra información o se altera, se producen artificialmente conmociones financieras, se engaña o se seduce, se fraguan alianzas y se pierde ganando o se gana perdiendo porque así fue el trato. Las noticias sobre todo tipo de fraudes ocurridos hasta en los organismos deportivos globales del más alto nivel han sido demasiado frecuentes como para que sigamos pensando que el deporte sigue siendo sólo deporte.

Como una premonición de lo que serían los tiempos actuales, pero todavía en otros parámetros culturales, cuando el Atlas obtuvo su primer triunfo, Eduardo Valdatti, y el goleador Edwin Cubero, fueron piezas clave, sólo que el primero era argentino y el segundo costarricense, no obstante, lo que imperó en aquel lejano triunfo, fue la representatividad de un equipo estrechamente identificado con Guadalajara y con su identidad tapatía. Eran otros tiempos y era otro Atlas, pero que funciona como válvula de escape, funciona.
 

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