Jueves, 28 de Marzo 2024

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Cuidadoras

Por: Rubén Martín

Cuidadoras

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Luz Raquel Padilla Gutiérrez murió el pasado 19 de abril a consecuencia de las heridas provocadas por un ataque de cuatro personas que le arrojaron alcohol para prenderle fuego. Ella corrió y pidió auxilio. Sus vecinos intentaron ayudarla, pero fue en vano. Sufrió quemaduras en más de 90 por ciento de su cuerpo. 

La muerte de Luz Raquel es un feminicidio reprobable e indignante. Revela la concertación de varias personas que pretendían hacerle daño. Revelan un odio a su condición de madre cuidadora (todas las horas de la semana) de su hijo Bruno de once años, que padece una condición autista. Revelan no solo falta de empatía, sino odio y saña contra Luz Raquel y su hijo.

Aunque la versión que presentó la Fiscalía de Justicia de Jalisco el martes 26 de julio parece contradecir la versión de feminicidio sostenida por de la familia y de las organizaciones en las que colaboraba Luz Raquel Padilla, el fallecimiento de esta madre que atendía de tiempo completo a su hijo abre un debate sobre un asunto de la mayor importancia: los cuidados que requieren permanentemente personas que padecen alguna enfermedad terminal o que tienen una condición precaria. 

Cuidar a personas enfermas es una tarea extenuante y desgastante. En mi familia hemos tenido que pasar por el proceso de cuidado de mi madre y mi padre en sus periodos previos a su fallecimiento. En mi casa fuimos diez hermanos (cuatro mujeres y seis hombres) y durante la convalecencia de mis padres la labor de cuidado fue llevada a cabo la mayor parte del tiempo por mis hermanas. Mi madre estuvo convaleciente en 1989; sus últimas semanas las pasó en coma por lo que requería cuidado permanente. Por lo general eran mis hermanas las que hacían esa labor de vigilancia las 24 horas del día. Mi padre convaleció dos años hasta que falleció en enero de 2011. En ese caso nos organizamos todos los hermanos para hacerle vigilia cada noche. Pero aún cuando hubo más participación de los varones, fueron mis hermanas las que hacían turnos completos de cuidado a mi padre. Y con mayor dedicación. 

Recuerdo mi experiencia familiar solo para constatar lo que ya sabemos: las tareas de cuidado y protección a los más enfermos, niños o mayores de nuestras familias recaen mayoritariamente en las mujeres. 

Mujeres como Luz Raquel que se dedican de tiempo completo a las tareas de cuidado, que deberían ser una tarea colectiva, tanto de mujeres como de hombres, y de toda la sociedad. Cuidar a otras personas exige un esfuerzo extenuante para brindar bienestar físico y emocional a las personas vulnerables o con una enfermedad permanente. Parece ser que en la actual sociedad se da por sentado que las tareas de cuidado corresponden a las mujeres, cuando son tareas de todos. 

El feminicidio de Luz Raquel Padilla abre nuevamente el debate sobre las tareas de cuidado en la sociedad mexicana, un tema que hace años han reclamado movimientos como el feminista y el de cuidadoras.

Ahora ante el feminicidio de Luz Raquel Padilla, la organización en la que participaba, Yo Cuido MX, ha lanzado en duro reclamo al gobierno y al sistema político para brindar apoyos a las personas cuidadoras. 

Escribieron en un pronunciamiento el pasado 20 de julio. “Exigimos sistemas de cuidado integrales, que contrarresten la vulneración estructural de las personas cuidadoras con cargas intensas y extensas de cuidado. Exigimos y luchamos por el fin de un sistema socioeconómico donde el tiempo, la salud, el cuerpo y la vida de quienes brindan cuidado es el único sostén para poder proveer el cuidado que requieren otras personas y que requiere la sociedad mexicana para sostenerse día a día. Estamos hartas y cansadas de un sistema que nos explota, 24 horas al día, 7 días a la semana, y que nos desecha mediante la violencia feminicida que hoy arrancó la vida de nuestra compañera Luz Raquel Padilla” (https://www.yocuido.org/blogs/justiciaparaluz). 

Hartas y cansadas de un sistema que las explota, dicen las cuidadoras. Que el feminicidio de Luz Raquel no quede impune y que el reclamo de las cuidadoras sea escuchado. 

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