Lunes, 06 de Mayo 2024

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Costo social de la pandemia

Por: Rubén Martín

Costo social de la pandemia

Costo social de la pandemia

La crisis sanitaria ocasionada por la pandemia del coronavirus, provocada por el SARS-CoV-2 detectado hace un año en Wuhan, China, no ha hecho sino agravar las múltiples crisis que padecía la sociedad mexicana bajo el capitalismo neoliberal: la económica, ecológica y la social.

En el momento más critico y peligroso de aumento de la curva de contagios y estando lejos el control de la misma dado que la vacunación necesaria para inmunizar a la mayoría de la población tardará al menos un año, las manifestaciones de las distintas crisis están agravando los problemas y las carencias de ingresos, servicios y salud para la mayoría de los mexicanos.

Dado que la mayoría de la población ocupada no es trabajadora por medios propios sino que depende del trabajo asalariado, el aumento del desempleo y los recortes de ingresos o prestaciones están teniendo un impacto mayúsculo en los hogares de la clase trabajadora mexicana.

A lo largo de la pandemia, los cronistas de la prensa mexicana han recogido innumerables testimonios de personas que se quedan de un día a otro sin trabajo, o de suspensión de actividades sin ingreso remunerado o disminución de prestaciones. Personas que en una semana pierden su departamento y se quedan sin hogar. 

En el caso de trabajadores por medios propios, la cuarentena y la suspensión de actividades no esenciales ha ocasionado una disminución severa de ventas y por lo tanto ingresos, al tiempo que es necesario el pago de gastos fijos, como rentas, permisos o sueldos. 

Una radiografía aproximada al tamaño de esta crisis social ha sido develada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en su “Encuesta Telefónica sobre COVID-19 y Mercado Laboral, abril-julio de 2020”, presentada el 22 de diciembre.

Entre otros aspectos, esta encuesta revela que más de la mitad de la población ocupada de México (48.5 millones) vio reducir sus horas habituales de trabajo. En abril la reducción fue de 52.8 por ciento, en mayo subió hasta casi seis de cada 10 trabajadores y en julio regresó al porcentaje de abril: 52.8 por ciento. 

En consecuencia de la reducción de jornales trabajados, la mayoría de la fuerza laboral sufrió una significativa baja de ingresos: en abril 65.1 por ciento, en mayo 64.8 por ciento, en junio la reducción pegó a 62.9 por ciento y en julio a 61.2 por ciento. Casi dos terceras partes de la fuerza laboral provocaron esta reducción de ingreso en la mayoría de hogares mexicanos.

Y esta difícil situación obligó a muchas familias a tener que deshacerse de algún bien e incluso los orilló a pedir prestado. Esta situación ocurrió en 37.4 por ciento de la fuerza laboral en abril; subió a 40.2 por ciento en mayo y siguió en ascenso en junio y julio: 41.8 por ciento y 45.6 por ciento, respectivamente. 

Como ha sido notorio a lo largo de la pandemia y la cuarentena y restricciones a ciertas actividades económicas, quienes se ganan la vida por cuenta propia, han enfrentado problemas en sus negocios: en abril 80.1 por ciento de la población ocupada independiente padeció problemas, en mayo 75 por ciento, 71 por ciento en junio y 69.2 por ciento en julio. 

Pero tanto trabajadores asalariados como población ocupada independiente han carecido de apoyos gubernamentales. De abril a julio, 88 por ciento de la población ocupada reportó no recibir ningún tipo de respaldo estatal para enfrentar la crisis económica y la reducción de ingresos. La  encuesta completa se puede consultar aquí: https://bit.ly/38uG9SJ

Como apunté al comienzo del texto, la situación está lejos de mejorar, pues el control de la cadena de contagios por COVID-19 está lejos de estar controlada en México y en el mundo. Al contrario. Este invierno apunta a que lo peor está por venir. 

La crisis económica provocada por el COVID-19 en México podría aumentar la pobreza por ingresos entre 7.2 y 7.9 por ciento lo que llevaría a entre 8.9 y 9.8 millones de mexicanos a sumarse a la población con recursos insuficientes para adquirir una canasta alimentaria, bienes y servicios básicos, estableció el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en un estudio de mayo pasado (https://bit.ly/3mEb6cd). 

Si no encontramos como sociedad los medios necesarios para buscar la solidaridad, la cooperación y medidas reales de redistribución de riqueza, millones de mexicanos tendrán un peor año que el 2020, que ya de por sí ha sido de pesadilla. 

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