Jueves, 25 de Abril 2024

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Con todo respeto, me quedo con las mujeres

Por: Diego Petersen

Con todo respeto, me quedo con las mujeres

Con todo respeto, me quedo con las mujeres

Con todo respeto, de las tres manifestaciones de este fin de semana, la del mitin-informe del presidente López Obrador a propósito de su primer año al frente del poder ejecutivo, que repitió las mismas cifras triunfalistas e inconexas ante una masa acrítica; la de chile, mole y manteca de la oposición, que tuvo buena convocatoria pero que está convertida en una especie de zombi, un cuerpo social que todavía es capaz de moverse y movilizar pero incapaz de articular ideas; y la de las mujeres y su baile “Un violador en tu camino” el viernes pasado, me quedo sin duda con esta última. La transformación que se está gestando ahí no tiene precedentes y cuesta trabajo entender en este momento la profundidad de sus raíces y el tamaño de cambio que ello significa.

La transformación que se está dando con la presencia de las mujeres en las calles es mucho más profunda

El gran brinco que han dado este año los movimientos feministas, así en plural diverso e incluso contradictorio, fue tomar la calle y evidenciar el discurso machista subyacente incluso en aquellos que dicen, decimos, simpatizar con su causa. Rebasaron por todos lados, por la derecha, por la izquierda, por arriba y por abajo para unirse en un discurso global y en sentido contrario.

La coreografía que nació en Chile, de un grupo de activistas llamado Las Tesis, dedicado justamente a traducir al mundo las tesis desarrolladas por las estudiosas e intelectuales de los movimientos feministas, pegó en el clavo al poner en lenguaje llano y en una coreografía sencilla y pegajosa un discurso complejo. La pañoleta verde, identidad de las madres de la Plaza de Mayo que buscaban a sus hijos desaparecidos por la dictadura argentina, se convirtió después en un símbolo contra la represión y posteriormente en el de la batalla de las mujeres de ese país por el derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Ambos símbolos, surgidos en las periferias del mundo global, están ahora en todo el mundo, en países desarrollados y en vías de desarrollo, en clases medias, bajas y altas, en la explanada de la torre Eiffel en París, en el Zócalo de la Ciudad de México, en la plaza de Armas de Guadalajara o en un paraje de Ecatepec.

La transformación que se está dando con la presencia de las mujeres en las calles es mucho más profunda y significativa. No es solo el hecho de que dejen la casa, el lugar que históricamente el patriarcado les había asignado, y tomen literalmente la polis, la ciudad para ellas y como ellas quieran, sino porque están rompiendo con las formas jerárquicas y los patrones impuestos por siglos.

Con todo respeto, hablando de cambios y de oposiciones, me quedo con las mujeres.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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