Miércoles, 24 de Abril 2024

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Comprender que pensar es esencial

Por: Guillermo Dellamary

Comprender que pensar es esencial

Comprender que pensar es esencial


Ante tanta información sobre el mundo y la situación del hombre, es indispensable hacerla asimilable y entendible. Un problema esencial y vital del momento actual por el que pasamos es que estamos perdiendo la capacidad de pensar. Son tantos los temas, asuntos, ciencias y diversidad que acabamos por no saber pensar bien las cosas y fácilmente caemos en la confusión, la incertidumbre y de ahí damos un salto al entretenimiento y a la diversión.

La tarea fundamental del hombre es pensar, es contextualizar y globalizar lo que acontece, como nos lo sugiere E. Morin.

Y la verdad no lo estamos fomentando de la manera que nos ayuda realmente a plantearnos y a resolver, en forma adecuada, los problemas que nos aquejan. Cada vez van a ser menos los hombres que piensen las cosas en todas sus modalidades. Particularmente ver la complejidad y tomar en cuenta la multidimensionalidad; el todo y las partes.

Desde luego que el tener muy clara la enorme diversidad de todo cuanto existe y a la vez la profundidad de cada tema, exigen de un pensamiento mucho más agudo y entrenado. Y eso es lo que no estamos haciendo en la educación. Los procesos van muy rápido, la tecnología avanza a pasos agigantados, los sistemas políticos, financieros y económicos son cada vez más complejos. Y menos personas que se dediquen a pensar.

Así como existe un modelo económico que fomenta el enriquecimiento de unos cuantos y la pobreza de las mayorías. De igual modo estamos frente a un sistema de educación y cultura, que muy pocos la conocen y estudian, y muchos permanecen en la ignorancia o en la desinformación. Y en muchos casos, peor aún, mal informados y hasta manipulados por los que si piensan y saben.

La postura más generalizada es estar adormilado, inconsciente, indiferente, pasivo, distraído, sin adquirir compromisos. No hay esfuerzo, entusiasmo, ganas de hacer las cosas necesarias para adquirir el conocimiento pertinente y pensar, reflexionar y meditar.

Por un lado, abunda el ejercicio de la ley del menor esfuerzo y por el otro el fácil acceso al entretenimiento y a la diversión frívola. Particularmente con el embrutecimiento creciente de la mente con tóxicos y una apatía sistemática a los problemas que tenemos que afrontar en este planeta.

La participación y falta de compromiso es una epidemia que crece de una manera avasalladora y deja muy poco espacio para que los habitantes de este mundo nos unamos para resolver los grandes retos que tenemos.

Lo peor del asunto, es que mientras abunda la pasividad y la indiferencia de la mayoría, unos cuantos vivales se empoderan y concentran cada vez más poder en sus manos, porque si piensan las cosas y encuentran la manera de apropiarse de lo que los demás no toman.

Es inaplazable conducir la educación a enseñar y a practicar el arte de pensar, de hacer que la inteligencia a la vez que sea creativa y multidimensional también sea crítica. A despertar el apetito de la curiosidad y el gusto por el conocimiento. Por ello E. Morin nos señala: “Este planeta necesita un pensamiento policéntrico capaz de apuntar a un universalismo no abstracto sino consciente de la unidad/diversidad de la condición humana; un pensamiento policéntrico alimentado de las culturas del mundo”.

Así que a pensar y a enseñarlo. Escribo para fomentar el pensar, no para divertir ni informar. 

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