Podría problematizar los “modos” del Gobierno tapatío en el desalojo de más de mil comerciantes del Parque Revolución (o Parque Rojo).Decir, por ejemplo, que cualquier acto de autoridad para ordenar el espacio público es bienvenido.¿Pero qué pasa cuando hacemos lo correcto por la razón equivocada?La razón para retirarlos no surge de un acto de justicia social ni de una política para ordenar al comercio informal, el caos vial, la basura, el narcomenudeo, la indigencia, etcétera.No. Desplazaron a “La Mercadita” y a cientos de comerciantes que subsisten de esta actividad para remozar un parque y dejarlo presentable para los pamboleros que pagarán miles de pesos por ver un partido durante el Mundial 2026.Podría añadir, si me lo permiten, que eso se enmarca más bien en un acto de “maquillaje urbano” o “urbanismo de escaparate”. Y que muchas veces es el preámbulo del blanqueamiento de las ciudades y su posterior gentrificación.Los grandes eventos como los mundiales de futbol o las olimpiadas -recordemos Los Panamericanos- también suelen ser un pretexto para ocultar la marginación, la pobreza y la “fealdad” debajo de la alfombra.Todo esto podría decirlo y asombrarme de los numerosos comentarios clasistas de usuarios en redes sociales que sólo ven ilegalidad y “mugrosos” informales que afean un espacio público como si todos en este país, en este Estado, en esta ciudad, tuviéramos las mismas oportunidades. Como lo expuse ayer en la columna “Parque Rojo: historia cercada”, durante dos gestiones municipales completas y lo que va de la actual, los comerciantes fueron “tolerados” en ese punto. Ellos han hecho propuestas formales de regulación y se convirtieron en una comunidad diversa y autogestiva.“Somos irregulares porque ellos quieren que seamos irregulares”, me dijo una comerciante.Finalmente podría expresar que apelar sólo al orden, la limpieza y la legalidad de quien paga impuestos para criticar a esta población es pasar por alto factores estructurales de desigualdad.Esa visión reproduce un estereotipo clasista que discrimina a quienes hallaron en ese espacio una alternativa económica para subsistir. ¿Acaso no sería deseable que además de pagar impuestos también tengan seguridad social y derechos laborales?Muchos son mujeres y jóvenes, justo los sectores más vulnerables al crimen y más precarizados en la economía formal.Podría decir todo lo anterior, pero muchos no estarían de acuerdo, o quizá sí, en todo caso habría que discutirlo; mientras tanto, más de mil comerciantes esperan una opción para subsistir y la ciudad se prepara para la gran justa mundialista.jonathan.lomeli@informador.com.mx
