En el mal llamado “Día de la liberación”, el 2 de abril de este año, el Presidente de Estados Unidos anunció la imposición de aranceles prácticamente a todo el mundo (200 naciones, incluida una isla deshabitada en Oceanía), lo que desató un terremoto comercial y económico, afectó a las bolsas, terminó cinco décadas de globalización económica y de acuerdos de libre comercio, y anunció posibles cambios en la geopolítica mundial. Falsa y fanfarronamente, Trump declaró: “El 2 de abril será recordado como el día en que la industria de Estados Unidos volvió a nacer. Nos han engañado durante más de 50 años, pero no va a volver a ocurrir (…) Nuestro país ha sido saqueado, expoliado, violado y robado”, afirmó.Nadie se escapó y los aranceles fueron especialmente severos contra China, la actual potencia ascendente que es considerada por las élites políticas de Estados Unidos como el principal adversario económico y geopolítico para su país. Pero la dirigencia política china, liderada por Li Xinping, luego de lamentar el anuncio de Trump y advertir que las guerras comerciales no benefician a nadie, fue el único país que elevó la apuesta y aplicó los mismos aranceles para Estados Unidos.Durante un mes, el Presidente de Estados Unidos esperaba que el Gobierno chino se acercara a negociar, como lo hicieron distintos gobiernos del mundo, hasta que se anunció el pasado 12 de mayo en Ginebra, Suiza, un acuerdo arancelario entre ambos que, a juzgar por sus resultados, puede considerarse que China derrotó la amenaza arancelaria anunciada por Donald Trump.En el acuerdo anunciado por los representantes comerciales de ambos países en Ginebra se dio a conocer que suspenderían sus respectivos aranceles durante 90 días y continuarían las negociaciones que habían iniciado este fin de semana. Y acordaron que Estados Unidos reduciría los aranceles sobre importaciones chinas del 145 por ciento actual al 30 por ciento, mientras que China bajaría los aranceles a productos estadounidenses del 125 por ciento al 10 por ciento. El acuerdo alcanzado supone prácticamente regresar a las tasas arancelarias existentes hasta el 2 de abril.¿Qué ocurrió para que el Gobierno de Trump cambiara su discurso arrogante y prepotente por un acuerdo que mantiene la ventaja comercial para China? Por un lado, que China es consciente de sus ventajas económicas y comerciales y que no depende de Estados Unidos para seguir su dominio económico, especialmente en la industria manufacturera. Hoy por hoy, China produce uno de cada tres productos manufactureros del mundo y el país produce más manufacturas que Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea del Sur y el Reino Unido juntos.Un excelente reportaje de The New York Times revela el grado de dependencia de los consumidores estadounidenses de los productos chinos. El reportaje de Pablo Robles, Agnes Chang y Lázaro Gamio (publicado el pasado 27 de abril) está acompañado de un gráfico que ilustra los espacios de un hogar típico estadounidense y precisa el porcentaje de los productos de ese espacio que es producido en China.La dependencia es brutal. Más de 90 por ciento de los siguientes productos provienen de China: despertadores, paraguas, cochecitos de bebé, estantes de bambú, termos, fuegos artificiales, básculas de baño, microondas, tostadoras, plantas artificiales, libros infantiles, parrillas de carbón, sombrillas de jardín, perchas, hierros, linternas, peines y botiquines de primeros auxilios. Los siguientes productos provienen de China entre 87 y 80 por ciento: adornos navideños, consolas de juegos, licuadoras, pinceles de maquillaje, herramientas para las uñas, ollas y sartenes, cuchillos de chef, mantas y platos. Y así sucesivamente. Incluso buena parte de las cachuchas que tienen la leyenda Make America Great Again, las fabrican trabajadores chinos.La potencia asiática se ha convertido en el gran supermercado de Estados Unidos. Estos simples datos confirman por qué Trump tuvo que recular ante China, pues mantener los aranceles de 145 por ciento que había anunciado habría impactado la economía estadounidense gravemente. Por lo demás, la imposición de China en esta confrontación arancelaria es una muestra más de la era que estamos viviendo: el declive de Estados Unidos como potencia dominante y el ascenso de China como nueva potencia de la economía capitalista mundial.rubenmartinmartin@gmail.com